Patricia Cerdán tiene 31 años, pero sólo lleva unos pocos viviendo “en libertad”. Su familia pertenece a los testigos de Jehová y ella profesó esa confesión religiosa hasta los 23 años. Pasó su niñez siguiendo “sus caminos, sus rutinas de ir a reuniones, de predicar, de hacer estudios bíblicos”, sin poder relacionarse con quienes no perteneciesen a la misma organización que ella, con “mundanos”.

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