La parálisis facial es la pérdida completa o parcial del movimiento voluntario de los músculos de la cara, que puede producirse por lesiones en el sistema nervioso central o en el propio nervio central. Generalmente, aparece en un lado de la cara, pero también puede ser bilateral y afectar a ambos lados del rostro.
Aunque existen muchas causas, explica la doctora Belén Alonso, directora del Grupo de Rehabilitación en la Parálisis Facial de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), “la forma más frecuente (en el 80%) es la parálisis facial de Bell”.
“Hay mucha literatura científica que se encamina a que puede deberse a una inflamación del nervio producida por virus de la familia herpes simple, siendo un factor de riesgo el embarazo (durante el tercer trimestre, o en la primera semana después del parto), infecciones de las vías respiratorias superiores, diabetes, presión arterial alta y obesidad”.
En cambio, en el caso de la parálisis faciales periféricas, que ocurren en el 20% de los pacientes, puede “deberse a otras causas como traumatismos, tumores, enfermedades autoinmunes o neurológicas“, como explica la doctora Eishe Abdel-Muti, secretaria del Grupo de Trabajo de Rehabilitación en la Parálisis Facial.
Factores de riesgo
Una infección de las vías respiratorias superiores, producida por virus respiratorios como el del resfriado común, constituye un factor de riesgo para la aparición de la parálisis de Bell, que es el tipo de parálisis del nervio facial más frecuente, en el 80% de los casos.
Cuáles son los síntomas de la parálisis facial
La parálisis facial puede “avisar”. Antes, puede presentarse un cuadro catarral banal y dolor más o menos intenso en la región retroauricular (detrás de la oreja).
“Su comienzo suele ser súbito, y en pocas horas, la parálisis facial se manifiesta como una asimetría evidente de la cara tanto en reposo como en movimiento, con dificultad por ejemplo para elevar las cejas, cerrar los ojos o sonreír. Pueden aparecer además alteraciones en el lagrimeo, la salivación o el sentido del gusto”.
Cómo es la recuperación de la parálisis facial
Las doctoras subrayan que “la mayoría de los pacientes que sufren una parálisis facial de Bell se recuperan completamente en un plazo de 4 a 8 semanas”.
Sin embargo, en un 20 o 30% de los pacientes puede no haber una recuperación completa, quedando secuelas como son la debilidad de los músculos faciales del lado afectado por la parálisis, las sincinesias, que son movimientos involuntarios que aparecen asociado a otros movimientos voluntarios (como por ejemplo, que al mover la boca voluntariamente, se cierre el ojo de forma involuntaria) o la contracción muscular mantenida, que consiste en la aparición de una contracción en algunos músculos de la cara cuando esta se encuentra en reposo.
La aparición de estas secuelas pueden afectar al habla y la pronunciación, dificultando la comunicación, y alterar funciones tan básicas como beber o masticar, lo que dificulta la vida diaria de los pacientes que sufren parálisis facial.
La doctora Alonso recalca que “la atención rehabilitadora del paciente con parálisis facial se reconoce como fundamental, siendo necesaria la coordinación con otros especialistas médicos, así como con los terapeutas, permitiendo un flujo y circuito de pacientes adecuado y una atención de calidad. La coordinación con Atención Primaria es fundamental para permitir la vía de entrada y el seguimiento de estos pacientes”.
“La Reeducación neuromuscular, es la base de la Rehabilitación, un proceso complejo, que exige la participación activa del paciente. No se trata de inflar globos ni de mascar chicle, sino de establecer un plan de trabajo específico guiado inicialmente por el terapeuta, en el que se reentrena la actividad muscular de la cara, con un adecuado control motor. Se usan también medicamentos neuromoduladores, cuando hay alteraciones en el tono muscular”.