Llevaba meses escondido en esa masía. “Estaba enzulado, como en un zulo”, resumen los investigadores. Sin salir a la calle, ni asomarse a las ventanas, forradas con dobles persianas. Tanto, que los agentes del GRAF de los Mossos d’Esquadra como los policías de la Sección de Localización de Fugitivos que lo buscaban no sabían con seguridad si estaba dentro. Nadie abría la puerta.

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