Suena ‘Yo solo quiero darte un beso’, de Prince Royce, y por las escaleras baja David Bustamantevestido de David Bustamante. De vez en cuando mira el móvil. Es su chuleta. Pero no se le ve cómodo. El ‘telepronter’ (esa pantalla que con letras bien gordas chiva el texto) no ha funcionado. Vuelve a repetir, y ahora sí, con esa ayuda, se entrega a la canción con un sensual meneo de caderas que caldea el ambiente. Cuando acaba, aparece Miguel Lago, o se le intuye, dentro de un enorme Olaf de ‘Frozen’ de gomaespuma. Tras él, una pantalla con paisajes nevados baja de golpe la temperatura del plató. Aunque el humorista padece, ahí encerrado, un clima tropical. Así comienzan los ensayos de una de las galas del exitoso ‘talent’ de imitaciones de Antena 3 ‘Tu cara me suena’ a la que se ha podido colar El Periódico, de Prensa Ibérica.
Tras finalizar, el cantante cántabro reconoce que no es fácil cambiar las voces según el personaje, porque esa es su herramienta de trabajo y teme dañarla. Y es que, además, en breve inicia la gira con su nuevo disco ‘El día que te vayas’: “Mi técnica ha sido construida para sacar un tipo de voz. Al romper eso, me cuesta mucho y tengo que hacer mucho juego para no hacerme daño. En algunos personajes me lesiono”, dice el ganador de la gala en la que hizo de Nino Bravo, algo que tiene un significado especial para él porque es el ídolo de su padre. “Ha sido un poco la banda sonora de mi vida”, confiesa. Y aunque por ahora solo ha ganado una, casi siempre roza el triunfo.
Miguel Lago, despojado del disfraz (“a veces toca sufrir”, dice resignado) y enfundado en un traje muy Juan Avellaneda, confiesa que no le molesta tener que hacer personajes grotescos. Porque es humorista y porque lo pone como condición. “Yo he propuesto hacer algún número infantil y al final he hecho dos”, dice. Genial su ‘Mary Poppins’. “Porque es un programa familiar y yo hace tiempo que solo acepto trabajos en el audiovisual que puedan ver mis hijos”, concluye el humorista, que lo de cantar no se le da mal.
Un italiano y una gallega
En el escenario está ahora Raoul, ensayando la canción ‘Soldi’, de Mahmood. Lo clava. Le había tocado original y copia (cantar con el cantante) y de pronto irrumpe un joven a darle la réplica en los ensayos que lo hace brutal. ¿Quién es? ¡El propio Mahmood! Magia pura es lo que crean. “Me he sentido muy bien porque él todo el tiempo ha estado pendiente de que estuviera cómodo”, cuenta el extriunfito, claro candidato a ganar esta edición pese al nivelazo, porque además de “tener la sinfónica en la garganta”, como le dice Lolita, imita a la perfección. No le gusta que se lo digan. Le añade presión. Aunque él ya ha ganado: “Estoy descubriendo muchísimos registros que me puedo llevar a mi carrera”, dice.
Es Raquel Sánchez Silva quien ensaya ahora metida en la piel (y el alma) de Luz Casal. Está muy concentrada, preocupada, tensa. Su voz resuena en el plató. “Piensa en mí…”, entona con la voz engoloda arrastrando las eses como la cantante gallega. Es un momento sobrecogedor. Muy diferente al de Nebulossa y su ‘Zorra’, con el que se estrenó en el ‘talent’. Era la primera vez que se cantaba una canción antes de Eurovisión y fue tan bueno el resultado que había podido ir en lugar de Mery y dar el pego. “Es que tenemos una voz parecida. Y el físico. Porque por mucha caracterización, a veces no te pareces tanto. Hasta a mí me impresionó”, reconoce. ¿Cuál es su secreto para imitar? “Es básico hacerlo con desinhibición, como un niño cuando juega”.
Personajes muy alejados
Por los pasillos se dirige al plató Supremme de Luxe/Dani, artista que juega con ambos géneros y que en la entrevista previa va de hombre cuando le toca hacer de mujer y de mujer al interpretar a un hombre. En el ensayo lleva esa dualidad al máximo, porque solo es Karina de cintura para abajo, por la falda hippie que luce. Pero cuando cante, ayudada por la peluca y el maquillaje, será clavada a la intérprete de “Las flechas del amor”. Y es que entre que la presentadora de ‘Drag Race’ es como un lienzo donde pintar rostros y que lo suyo es transformarse, ofrece grandes números. Como el de Dani, de Despistaos, con esa cara sin afeitar y un aspecto tan ‘heterodescuidado’: “En apariencia Dani es el más alejado a mí, pero vocalmente, el más próximo”, dice quitándole importancia a la imitación que le hizo ganar una gala.
Charlamos con Conchita en un camerino, cuando irrumpe Juanra Bonet y sus bromas lían a la periodista y se le borra la entrevista. Es él quien se lo comunica a la cantante y ella accede a repetirla. Bellísima de azul, cuenta que será Sabrina Carpenter, que aunque pueda tener una voz dulce como la suya no es fácil: “Tiene mucho baile y mucha letra en inglés. Y cuando pienso en la letra se me va el baile y al revés”, dice. Aunque en la gala 8 no olvidó ni una coma del rap ‘Criminal’ que le llevó a su primer triunfo. Aunque con el Dioni, de Camela, maravilló. “Te ves en el espejo, pero no pareces tú. Es muy divertido ponerte al límite y probar cosas nuevas “, apunta consciente de lo bien que le sienta esa imagen sexi y gamberra.
Las divas
Al salir con Juanra al exterior para que fume, nos topamos con Julia Medina y Valeria Ros. La cantante gaditana se meterá en la piel de Lola Índigo. Otra rubia. Su abuela estará contenta. “Lola baila muy bien. Espero que me salga. Estoy conectando mucho con mi yo niña que soñaba con cantar y bailar”, confiesa. También le está sirviendo para gustarse a sí misma. “Con el maquillaje, con el vestuario con las caracterizaciones, que pido siempre salir guapa”, dice. Y añade, las tres veces ganadora: “Este programa te abre mucho la mente”. Cuenta, divertida, que cuando se caracterizó de Pablo Alborán, las chicas de realización no la encontraban. “Estaba allí, pero no me reconocían”, ríe.
Valeria es humorista, pero quería cantar bien. “Yo venía a hacerlo increíble, no me ha salido bien, pero intento que os lo paséis genial”, bromea. Es que le dan todas las divas, por lo que tiene que cantar y bailar a la vez, algo muy difícil, según Lolita: “El año pasado Susi Caramelo se quejaba de que no le daban a las guapas y a mí me dan a todas. Las más empoderadas. Y al final pierden el fuelle por mi culpa”, dice entre risas. Cuenta que disfrutó especialmente con su ‘deconstrucción’ Madonna y que coincidió hace unos días con Nathy Peluso en el AVE y tentada estuvo de hacerle su particular paseo del tiroteo por el pasillo. “No me atreví”, confiesa.
Juanra Bonet está apesadumbrado por haber sido el causante del lío, pero a él se le perdona todo. El presentador pluriempleado (también está en ‘La voz’, ‘¿Quién quiere ser millonario?’ y pronto en ‘Juego de pelotas’) será Manolo Escobar. Y que sea alguien tan conocido le añade presión. Está brillando en sus actuaciones, porque aunque vino para hacer reír, canta muy bien. ¿Tendría que ascender a ‘Primera División’? “Prefiero ser cabeza de ratón que cola de león”, dice con acierto. Y aunque en cada gala se repite “¡Juanra puede ganar tu cara me suena!”, él sabe que no. Lo que sí ha ganado es el cariño en las redes (¿hay algo más insólito y preciado?) y por la calle. “Voy al super y la cajera me dice algo”
Un equipo fan del programa
Manel nos invita a su camerino y allí charla sobre su complicado papel de maestro de ceremonias en un programa con tanto desmadre. “El 12 es para Manel Fuentes”, que diría jurado y público. “A estas alturas ya sé de qué hilos puedo tirar, buscando o no más el humor en función de cómo va”, detalla. El buen rollo que se destila es real: “Se ha generado una salsa muy buena y en esta edición ha cuajado antes”, explica. Laia Vidal, la directora del concurso desde su inicio, cuenta que la idea surgió de trasladar el ‘Lluvia de estrellas’ a un formato con famosos. “Santiago Segura dijo que duraría tres temporadas”, desvela. Y destaca que la clave del éxito es que cada persona del equipo cuida su parcela al máximo. “Es que son fans del programa”, subraya.
Un buen ejemplo de ello es el de Raquel González, jefa de maquillaje y los cinco peluqueros y ocho maquilladores, premiados con tres Iris. Ellos son los encargados de convertir en unas cuatro horas a los concursantes en el personaje que le ha tocado. “Hay veces que se les hace duro. Sobre todo si tienen que envejecer o llevar barba, porque les pica… Pero tienen mucha paciencia. Nosotros también”, ríe. Myriam Benedicted, la coreógrafa, otra veterana, es la encargada de hacerles bailar. Y muchas veces es una ardua misión. “Hay quien no sabían dónde tenía la derecha y la izquierda. Incluso un movimiento escénico es coreografía. Y sacar algo es un mundo“. Pero pone en valor que los concursantes bailen y canten, mientras que el artista original del vídeo solo hacía ‘playback’.
Acaban los ensayos y las entrevistas y uno a uno van abandonando los estudios. Ya es de noche y hay que descansar, que al día siguiente se graba. En la semifinal y la final todo este proceso será aún más trepidante, porque se emitirá en directo. Ahí el equipo, y los famosos, demostrarán por qué es uno de los programas con más éxito de la tele. ¿La clave? La desvela Tinet Rubira, director de Gestmusic, la productora. “Te entronca con la nostalgia, las emociones y, sobre todo, con las ganas de pasártelo bien. Porque nos tomamos muy en serio las imitaciones y luego el resto es pura risa y cachondeo”. Y eso es lo que transmiten a los cerca de dos millones de espectadores, que los viernes por unas horas se olvidan de sus males. La Seguridad Social tendría que recetarlo.