Entre jarras de cerveza, atronadora música bávara y arropada por hombres que la superan, en altura, más de una cabeza: Ursula von der Leyen cerró su campaña como líder de los populares europeos y aspirante a un segundo mandato al frente de la Comisión Europea (CE) con aires de Oktoberfest y en la abarrotada cervecería de la Löwenbräukeller de Múnich. “Representamos el bienestar, la seguridad y la democracia”, clamó ante un auditorio devoto. Su enemigo principal, a escala nacional, es la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), un partido que dice defender “la patria”, pero “sirve a los autócratas”, prosiguió, en alusión a sus vínculos con el Kremlin.
Von der Leyen defendió ante los suyos, en una Baviera de nuevo a merced de devastadoras inundaciones, la lucha contra el cambio climático. Recordó que, como madre de siete hijos y abuela de cuatro nietos, su obligación es practicar la “justicia generacional”, en lo que entra la ecología. Repitió lo que es su mantra en política exterior, la defensa de Ucrania, frente a un Vladímir Putin que “amenaza a toda Europa”. E insistió en que, de ser reelegida al frente de la CE, impulsará la figura de un eurocomisario de Defensa. También que aspira a dirigir una “amplia alianza” de defensores de los valores europeos y la democracia, se la están excluidos tanto la AfD como el Rassemblement National de Marine Le Pen, entre otros “extremistas europeos”, entre los que citó a sus partidos en Bulgaria o Portugal.
Von der Leyen compareció arropada por los hombres fuertes -y gigantes, en lo físico- del bloque conservador, el líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, y el de la Unión Socialcristiana (CSU), Markus Söder. Ambos representan el giro derechista dado por estos partidos hermanados desde que dejó el poder Angela Merkel, identificada con el centrismo. El líder del Partido Popular Europeo (PPE), el asimismo bávaro Manfred Weber, completa el cuadro de la derechización sin complejos del bloque.
El título de “mujer más poderosa de Europa” que perteneció a Merkel es ahora de Von der Leyen y la intención de su bloque es defenderlo. “Es un deber nacional y patriótico apoyar a una presidenta alemana”, clamó el bávaro Söder, quien incluye en esta obligación a socialdemócratas, verdes y “demás partidos democráticos”.
El lema del mitin era “Juntos por una Europa fuerte”, pero en el país estos comicios se perciben como algo muy alemán. No solo por el peso de Alemania en la Eurocámara -96 escaños-, sino por el alto número de cabezas de lista de las familias políticas europeas que son alemanes o hablan su idioma: la verde Terry Reintke, la liberal Marie Agnes Strack-Zimmermann, el izquierdista austríaco Walter Baier y el socialista luxemburgués Nicolas Schmit.
Dominio inapelable en los sondeos
La CDU/CSU lidera los sondeos desde hace meses. El último Politbarometer de la televisión pública ZDF le sitúa en un 30 % de intención de voto. El acercamiento de Von der Leyen a la ultraderechista italiana Giorgia Meloni no ha minado sus opciones. Para Merz, como para Söder, los comicios europeos son un ensayo general para las generales alemanas de 2025, en las que aspiran a recuperar el poder.
Todo lo contrario le ocurre a la AfD, la extrema derecha germana. De partido efervescente que creía asegurada la segunda plaza ha pasado a proscrito. Al cordón sanitario que se le aplica en Alemania se sumó su exclusión del grupo de la Eurocámara Identidad y Democracia (ID) por su radicalismo.
AfD ha caído del 23 % de intención de voto que tenía en marzo al 14 %. Comparte ese porcentaje estimado de voto con los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz y con los Verdes. Responsables directos de su caída son su cabeza de lista, Maximilian Krah, y su segundo, Petr Bystrom, que acumulan escándalos por blanqueo del nazismo y por presuntos sobornos del Kremlin, recordó Von der Leyen.
Se estrena en las urnas un nuevo populismo izquierdista antiasilo y prorruso, comandado por la postcomunista Sahra Wagenknecht, a la que se pronostica un 7 % a base de reclutar electorado tanto de la AfD como a La Izquierda. Los carteles de Wagenknecht son omnipresentes, sin que se haya aclarado dónde atesoró tanto capital un partido recién fundado. La Izquierda lucha por su rescate liderado por Carola Rackete, la capitana del “See Watch” que desafió al entonces ministro de Interior y ultraderechista italiano Matteo Salvini, al atracar en Lampedusa con decenas de refugiados.