Las familias tienen sus propias estrategias para evitar que las y los adolescentes de la casa corran riesgos al conectarse a internet. Muchos les explican en qué consisten (38%), limitan las horas a las que pueden conectarse (30%), ayudan a sus hijos e hijas a actuar frente a posibles riesgos (25 %) y les siguen en redes sociales (23%) para tener bajo control lo que publican. Además, casi la mitad de los hogares consensúan las normas, pero un 36% de los menores saben cómo saltarse las apps de control y más de tres de cada 10 lo hacen de forma efectiva.
Así se muestra en un informe ‘Derechos sin conexión. Un análisis sobre derechos de la infancia y la adolescencia y su protección en el entorno digital’, que ha realizado Save The Children a partir de una encuesta a 3315 adolescentes de más de 14 años en España. También han participado grupos de discusión formados por 27 menores, con representación de edades de entre los 10 y los 17 años, y personas expertas y profesionales del sector.
Llama la atención de las autoras y autores que, salvo por la limitación en la cantidad de horas, “parece que a las chicas se les aplican más medidas de control o supervisión, y reciben más explicaciones sobre los posibles riesgos y cómo enfrentarse a ellos”. Viene a ser lo que ya pasa en el mundo físico, donde se pone más énfasis en que las chicas tengan cuidado -“a no volver solas a casa, no ir por callejones oscuros y a vigilar sus bebidas”-.
Precisamente, sobre la cantidad de horas que utilizan los dispositivos el informe recalca una tendencia clara: aquellas personas entrevistadas que sienten que las dificultades se acumulan tanto que no pueden superarlas (30%), que creen que las cosas nunca o casi nunca les van tal y como quieren (31,8%), o que tienen dificultades para manejar problemas personales (23,8%) son las que se conectan más de cuatro horas al día.
“¿Podemos establecer una relación de causalidad, es decir, que es porque se encuentran conectados a internet de un modo casi permanente por lo que manifiestan esas situaciones emocionales?”, se preguntan los autores. La respuesta: no pueden “hacer esta afirmación”.
Con todo, prosiguen, sí pueden “empezar a vislumbrar algunas cuestiones:” “Los y las adolescentes renuncian a otras actividades por estar en internet; quienes se conectan más a menudo tienen peores puntuaciones en las preguntas sobre estrés emocional; todas las actividades de su día a día están atravesadas por lo digital; y les afectan las cuestiones relacionadas con la aceptación social a través de las redes y los ‘likes'”, recalcan.
Más de la mitad utilizan dinero en internet
Otro dato que deja el informe es que más de la mitad de chicos y chicas utilizan dinero en internet, “con los riesgos que ello también supone, tanto por la vulnerabilidad frente a determinados ciberdelitos, como para desarrollar hábitos que puedan derivar en conductas adictivas”.
De esta forma, más de la mitad de las personas encuestadas ha comprado online, el cinco por ciento ha jugado con dinero real y otro cuatro por ciento ha apostado. También aquí hay diferencias de género: ellas compran un 30% más mientras que apenas están presentes en las apuestas.
Con todo, el informe alerta de que, pese a estar utilizando dinero en el entorno digital, el 14% de los adolescentes no sabe lo que es el ‘phishing‘ (una técnica informática que consiste en el envío de correos electrónicos que suplantan la identidad de compañías u organismos públicos y solicitan información personal y bancaria al usuario) y un 27,5% no está seguro. Además, en torno al 12% no sabe protegerse frente a estafas en Internet, y el 25% no está seguro, sabiendo menos ellas que ellos.