El debate sobre el posible colapso de una de las grandes arterias que regula el clima terrestre ha vuelto a resurgir cargado de polémica. En las últimas semanas, tras la celebración de un congreso científico y la publicación de varios mensajes en redes sociales, se ha vuelto a hablar del empeoramiento de los ‘signos vitales’ de la gran corriente del Atlántico (más conocida como AMOC, por sus siglas en inglés), su posible colapso en las próximas décadas y su impacto en el clima del hemisferio norte.
En este sentido, hay incluso quien ha especulado que, de ocurrir, Europa podría verse inmersa en una enorme glaciación o una edad de hielo. “No hay evidencia científica de que vamos hacia una glaciación, pero la situación es grave”, explica la física y meteoróloga Isabel Moreno.
Hace años que la comunidad científica advierte sobre el deterioro de la gran corriente oceánica que transporta agua caliente del sur hacia el norte global y agua fría en sentido inverso. Los registros indican que este sistema, que funciona como una gran cinta transportadora global, se está debilitando y volviendo cada vez más inestable debido a fenómenos como, por ejemplo, el aumento del calor superficial de las aguas y las enormes intrusiones de agua dulce derivada del deshielo de las zonas polares del planeta.
Son varios los análisis que han advertido que, de seguir así, esta arteria climática del planeta podría fracturarse de forma completa o parcial en las próximas décadas, según los más pesimistas, o hacia finales de siglo, según los más escépticos. ¿Pero qué solidez tienen estas hipótesis y, sobre todo, cómo sabremos cuando estemos llegando a un escenario de colapso de la AMOC?
Varias incertidumbres
Gran parte de la incertidumbre sobre qué ocurrirá con esta arteria climática tiene que ver justamente con las lagunas de datos para conocer su estado de salud ‘en tiempo real’ y con la complejidad de los modelos matemáticos para predecir su evolución.
Según explica Pablo Ortega, investigador del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) y experto en modelos oceánicos, hace apenas unas décadas que disponemos de instrumentos dedicados a recolectar sistemáticamente datos sobre un punto concreto de esta corriente oceánica para indicarnos su estado y ayudar a predecir su evolución.
Los datos recopilados hasta la fecha muestran una “clara tendencia al debilitamiento de la corriente” en la zona aunque, tal y como matiza Ortega, no sabemos si este fenómeno es localizado o de gran alcance.
El otro gran problema tiene que ver con los modelos matemáticos para predecir el comportamiento de estas grandes corrientes de agua. “La mayoría de los modelos, basados en complejas fórmulas matemáticas que reflejan procesos físicos que ocurren en las aguas, todavía no tienen la resolución suficiente para predecir con exactitud qué pasará con este fenómeno”, añade el investigador. En este sentido, explica, “muchos modelos no incluyen factores clave como el impacto del deshielo de Groenlandia”.
“En el superordenador de Barcelona hemos podido realizar simulaciones sobre qué podría ocurrir en los próximos 20 años y las conclusiones son claras. Cuanto más avance el deshielo, más se va a debilitar la AMOC. En las próximas décadas podríamos ver un debilitamiento de hasta un 10%”, explica.
Según recoge un reciente análisis publicado en ‘Climática’, los últimos estudios sobre el tema apuntan a entre el 35% y el 45% de posibilidades de colapso en los próximos años del llamado giro subpolar, una de las partes esenciales de la AMOC situada en el sur de Groenlandia. Stefan Rahmstorf, uno de los máximos expertos mundiales sobre el tema, afirma que esta parte de la corriente oceánica global podría colapsar a lo largo de esta década debido al calentamiento global.
Esto no implicaría necesariamente un colapso total de toda esta gran arteria climática pero sí sería una señal de alerta importante. “Este problema, que es grave sin necesidad de desinformar, está lleno de incertidumbres y una gran certeza: hay que dejar de calentar el planeta”, afirman Isabel Moreno y Edu Robaina en el artículo.
Impacto sobre el clima europeo
No es la primera vez que el planeta se enfrenta a un posible colapso de esta gran arteria que regula el clima terrestre. En el pasado, hace decenas de miles de años, ya se produjeron interrupciones totales o parciales de la AMOC durante algunos siglos.
Pero nunca en las condiciones actuales. “Es la primera vez que este fenómeno podría producirse por causa de la actividad humana. También es la primera vez que podría producirse en una situación donde hay un exceso de dióxido de carbono en la atmósfera, algo también causado por nuestra especie. Y quizás lo que más preocupa, es que ante la vez en que todo esto se está produciendo a un ritmo más acelerado”, explica la investigadora Isabel Cacho, geóloga y especialista en paleoclimática de la Universidad de Barcelona (UB).
Los especialistas coinciden en que un colapso de la AMOC tendría consecuencias sobre gran parte del clima terrestre. Sobre todo, en el norte de América y de Europa, desde la Península Ibérica hasta Reino Unido y la región Escandinava.
“En estas regiones podría darse un enfriamiento regional. Pero debido al impacto de la crisis climática, esto no se traducirá en una glaciación. Lo que podríamos ver es un efecto estacional con inviernos de frío extremo y veranos de olas de calor impresionantes”, comenta Cacho.
“En regiones como el Mediterráneo también podrían producirse importantes alteraciones en los regímenes de lluvia y dar lugar a condiciones más áridas y más sequías”, añade esta investigadora en relación a los posibles impactos de este fenómeno en el clima terrestre.
La incertidumbre sobre qué ocurrirá con la gran arteria del clima terrestre es aún alta. Aun así, más allá de los debates técnicos sobre esta cuestión, todos los especialistas coinciden en señalar tres puntos.
En primer lugar, según argumenta Cacho, “ya sea dentro de veinte o cincuenta años estamos ante un riesgo real y grave”. En segundo lugar, añade Ortega, “el colapso de la AMOC podría convertirse en un ‘punto de inflexión’ (tipping point) que desencadene otros fenómenos climáticos preocupantes para el planeta”.
Y en tercer lugar, tal y como coinciden todos los especialistas consultados, urge frenar cuanto antes las emisiones de gases de efecto invernadero que están alimentando el calentamiento global para esquivar los escenarios de futuro más catastróficos.