La dimisión a medias de Yolanda Díaz deja a su partido, Sumar, en una situación de extrema incertidumbre. Ni siquiera en su cúpula de la formación saben a ciencia cierta qué pasos dar para revertir el descabezamiento en la organización y gestionar el relevo, mientras se asume al mismo tiempo que Díaz seguirá liderando el proyecto, tanto en el Gobierno como en el Congreso y en el partido. La plataforma llamada a ser un punto de encuentro en la izquierda ya ha perdido su sentido inicial y sus aliados le niegan ya ese papel aglutinador. El partido fundado por Díaz hace un año para presentarse a las generales del 23J está ahora condenado a ocupar una posición muy secundaria en la política nacional, y ni siquiera está claro el papel de los órganos elegidos en la I Asamblea hace apenas tres meses.
El clima de desconcierto impera en las útlimas horas en la organización, donde se producen continuas reuniones para buscar alguna vía que permita relevar técnicamente a Díaz, sin que la nueva referencia de Sumar vaya a hacerle sombra en su liderazgo político. Pero la fórmula no es sencilla. El partido convocó este jueves a su dirección para elegir a un nuevo “coordinador general”, pero ni siquiera eso está ahora claro. “No hay plan”, destacan algunas voces de la dirección, que no ocultan las dudas sobre el devenir del partido, que corre el riesgo de quedar relegado a un espacio de “gestión administrativa” y que las decisiones políticas se adopten en otros espacios. En lo más inmediato, tampoco hay ninguna certeza sobre cuál será el próximo paso para dar a la organización un nuevo responsable.
La idea inicial era nombrar a un coordinador provisional hasta finales de año, cuando se celebrase la Asamblea Constitutiva de Sumar, que a día de hoy también está en el aire. Un nombramiento que tenía que ser a uno de los 80 miembros del Grupo Coordinador de Sumar, los únicos que pueden ser elegidos, y donde no hay políticos de otros partidos. Pero otras voces defienden, en lugar de elegirse un coordinador, crear una suerte de “coordinación” colegiada y compuesta por varias personas.
Los perfiles tampoco están completamente decididos: si bien algunas voces apuestan por dirigentes con experiencia en organización interna, otros -los más- apuntan a que deberán ser perfiles desconocidos para el gran público, para relegar su gestión a lo técnico y dejar vía libre al liderazgo político a Díaz, que quedaría liberada del lastre orgánico. Pero en las últimas horas, ni siquiera hay consenso en la cúpula de Sumar de deba producirse una votación para elegir coordinador este jueves; algunas voces destacadas de Sumar creen que la ejecutiva puede ya ejercer las funciones de coordinación hasta que se nombre a un coordinador general definitivo.
Este jueves también habrá que fijar las reglas y del “tiempo de reflexión” abierto en el partido tras el fiasco electoral. Dirigentes del partido creen que el proceso de reflexión deberá acotarse, y fijarse un horizonte temporal para sacar conclusiones o tomar las decisiones pertinentes. Asumen, eso sí, que será un un proceso “largo” y descartan en cualquier caso que pueda producirse antes de la vuelta del verano.
Dependencia de Díaz
La gestión para elegir de un nuevo coordinador de Sumar no es fácil en un partido que no quiere ver cuestionada en ningún caso la figura de Yolanda Díaz. El destino de Sumar está íntimamente ligado a su fundadora y renunciar su liderazgo sería dilapidar a su “principal activo político y electoral”, tal como la describió este martes Iñigo Errejón, lanzándola de paso como candidata en unas eventuales elecciones generales.
En las últimas horas, desde Sumar han rechazado que exista un “debate sucesorio”, y aseguran que es sólo un “relevo de tareas”, intentando trasladar que la vicepresidenta segunda continuará ejerciendo su liderazgo tanto el Gobierno, donde coordinará a los cinco ministros de Sumar, como en el Congreso, donde seguirá de presidenta. Y aunque no ocupe el máximo cargo orgánicotambén, todos asumen que seguirá pilotando el partido.
La gallega continuará en la ejecutiva, según anunció ella misma este martes desde Suiza: “No me voy, me quedo”, apuntó, tratando de dar “tranquilidad” a los suyos un día después de su dimisión, más estética que funcional. Y asegurando también que su decisión va encaminada a “preservar el Gobierno de coalición progresista” y, en último lugar, “ganar las próximas elecciones generales”, donde ya tiene la vista puesta.
La salida de Díaz ha dejado entrever la fuerte dependencia del partido y su fundadora. El riesdgo es que su retirada como máxima responsable del partido haga tambalear sus escuetas estructuras. El diseño personalista dificulta ahora una transición, teniendo en cuenta a los miles de inscritos que se adhirieron a Sumar cautivados por la vicepresidenta segunda. Y esta circunstancia, unida a su intención de volver a presentarse como candidata a unas generales, es la razón por la que Díaz insiste en las últimas horas en su liderazgo.
Un ‘partidiño’ más
En la dirección de Sumar, elegida a finales de marzo, se percibe cierto desasosiego sobre su futuro. Si antes eran un elemento central en la unión de la izquierda alternativa al PSOE, después del fracaso electoral del domingo, ya no cuentan con ese protagonismo. IU y Más Madrid ya han pedido abiertamente una “Mesa de Coalición” donde se sienten los partidos para decidir conjuntamente los pasos a seguir. Un espacio donde Sumar será un actor más y, a la luz de su tamaño y su endeble organización, destacados dirigentes de IU apuntan a que será uno de los partidos con menos peso en esa mesa: “Será un ‘partidiño'”.
Distintas voces de la dirección admiten la incertidumbre que existe desde las primeras horas tras anunciarse la salida de Díaz. La dirigente venía barruntando la idea de soltar lastre de su responsabilidad orgánica, y la decisión estaba ya tomada en la última semana de campaña de las europeas, antes incluso de conocer los resultados. El plan consistía en delegar la faceta más erosiva de la política como es la vida interna de los partidos para restituir su imagen en el Gobierno y recuperar la popularidad que le llevó a ser durante meses la ministra mejor valorada, antes de lanzar su proyecto político propio. Y aunque la decisión estaba tomada y era firma, Díaz la anunció a su ejecutiva el lunes sin ofrecer posibles soluciones que permitieran dar certezas al partido que fundó y a los cuadros que apostaron por él. Unas formas que han aumentado aún más el caos que enfrenta ahora Sumar.