La dimisión a medias de Yolanda Díaz deja a su partido, Sumar, en una situación de extrema incertidumbre. Ni siquiera en su cúpula de la formación saben a ciencia cierta qué pasos dar para revertir el descabezamiento en la organización y gestionar el relevo, mientras se asume al mismo tiempo que Díaz seguirá liderando el proyecto, tanto en el Gobierno como en el Congreso y en el partido. La plataforma llamada a ser un punto de encuentro en la izquierda ya ha perdido su sentido inicial y sus aliados le niegan ya ese papel aglutinador. El partido fundado por Díaz hace un año para presentarse a las generales del 23J está ahora condenado a ocupar una posición muy secundaria en la política nacional, y ni siquiera está claro el papel de los órganos elegidos en la I Asamblea hace apenas tres meses.

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