Uno de los mejores aspectos del verano además de las vacaciones y el sol es la llegada de la temporada de muchas frutas deliciosas. Entre ellas destacan manjares como el melón, la sandía o los plátanos, que son una fuente de nutrientes indispensable para combatir el calor. Dicho esto, la temporada estival también trae ciertos problemas, ya que las altas temperaturas pueden hacer que los plátanos se pongan malos mucho más rápido.
El plátano es una fruta peculiar en términos de conservación. A diferencia de muchas otras frutas, se conserva mejor a temperatura ambiente, idealmente a unos 14 grados. No obstante, en verano, esta temperatura es difícil de mantener, lo que obliga a cambiar el método de conservación tradicional y optar por refrigerar los plátanos para prolongar su frescura. Aunque esto ayuda a evitar el rápido deterioro debido al calor, la refrigeración presenta sus propios inconvenientes.
Y es que, la exposición al frío del frigorífico acelera el proceso de maduración del plátano. La piel de esta fruta reacciona rápidamente a las bajas temperaturas, produciendo una sustancia que hace que los plátanos maduren más rápido y se oscurezcan. Este fenómeno puede resultar frustrante para quienes buscan mantener sus plátanos en buen estado durante más tiempo.
Afortunadamente, existen varios métodos efectivos para minimizar este problema y conservar los plátanos frescos por más tiempo incluso durante los días más calurosos del verano.
Para evitar que los plátanos maduren demasiado rápido en el frigorífico, se recomienda no separarlos del racimo, ya que esto ayuda a ralentizar el proceso de maduración. Además, envolver las puntas de los plátanos con film transparente o papel de aluminio puede ser una solución eficaz para impedir la entrada de aire y retrasar la maduración. Otra alternativa es envolver los plátanos en papel de periódico o en papel de cocina húmedo antes de colocarlos en la nevera.