La exigencia de ERC de aprobar una “financiación singular” para Cataluña a cambio de apoyar la investidura de Salvador Illa coloca al Gobierno central en una situación compleja. Pedro Sánchez ya se ha abierto a explorar fórmulas que satisfagan a los republicanos, pero su paso al frente ha provocado malestar en Junts per Catalunya, que se revuelve contra una negociación que deja al partido de Carles Puigdemont a un lado, así como en varias federaciones del PSOE y en aliados parlamentarios como Compromís, que rechazan un trato especial para Catalunya sin que se reforme todo el sistema. Ante este escenario, el Ejecutivo ha reafirmado este martes que ambos esfuerzos son “compatibles”.  

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