El núcleo central de esta crisis se concentra en 24 horas entre la noche del miércoles y la del jueves, entre la noche en la que Vox desde Madrid da por rotos los gobiernos que comparte con el PP y convoca de urgencia a su comité ejecutivo y la noche en que Carlos Mazón firma el decreto de cese de los tres miembros de Vox del Gobierno valenciano. El núcleo son 24 horas, pero los preliminares son importantes, en ocasiones más.
El Consell se había reunido este martes, como lo suele hacer cada semana. La amenaza ya sobrevolaba ante la reunión de la conferencia sectorial en Canarias sobre menores migrantes. Pero la reunión transcurre con una normalidad absoluta. Mazón no percibe ninguna presión por parte de los consellers de Vox. Por eso la mañana siguiente, la del miércoles, en un desayuno informativo, afirma que sería una “sorpresa” que la coalición valenciana de gobierno, firmada justo un año antes, se viniera abajo.
Esa tarde, la del miércoles, es la de la reunión de la conferencia sectorial. El jefe del Consell contacta con el entorno de Abascal en Madrid para testar el ambiente. El mensaje que le llega es de cerrazón total: “No puede entrar nadie”, en referencia a los llamados menas (menores no acompañados) que se hacinan en Canarias. La posición de Presidencia es explicar que se trata de un reparto que viene de 2022, que son 23 personas, que la vicepresidenta valenciana tiene como objetivo conseguir 1,3 millones de euros que quedaban pendientes, que se ha rebajado la importancia del encuentro con la ausencia de la mayoría de consejeros del PP. Pero al otro lado la posición es férrea, no separando estos 374 menores de los 3.000 que están en centros canarios y que el Gobierno quiere distribuir en el futuro por el resto de autonomías mediante un sistema que obligue a estas, no como hasta ahora, que es voluntario. Esa tarde Mazón también habla con el vicepresidente valenciano de Vox, Vicente Barrera, en la misma línea, intentando explicar lo que está sobre la mesa de la sectorial.
Pero nada cambia. Esa noche llega el tuit de Vox dando por rotos los ejecutivos autonómicos de coalición por el acuerdo para aceptar a ese grupo en virtud de un convenio de 2022. Después de ese mensaje de anuncio de ruptura, nadie llama a Mazón, aseguran las fuentes consultadas en el entorno del jefe del Consell.
Así entran todos en la sesión de control en Corts del jueves, entre las dudas. Zozobra. Mazón y Barrera dialogan unos pocos minutos en sus escaños antes de que comience el pleno. No ha trascendido el contenido, pero el vicepresidente aparece en más de una foto con las manos en la cara. Es importante, porque es la última conversación personal en esta crisis entre los dos líderes valencianos de PP y Vox.
La última conversación entre Mazón y Barrera se produce en la sesión de control del jueves en Corts
Mazón y su equipo observan en esas horas en Corts lo que todos: los rostros de preocupación y los gestos de nerviosismo en los socios. No hay certeza alguna, pero del pleno quedan ya indicios serios de ruptura real. En Presidencia conocen ya además el ADN Vox, esa mezcla de principios y testosterona que supone no dar marcha atrás, aunque a los compañeros del PP en la alianza les cueste ver los beneficios de esta ruptura.
Así, al llegar a su despacho al Palau, Mazón empieza a pergeñar su nuevo Gobierno. Dicen los que llevan mucho tiempo a su lado que es de consultar y hablar las decisiones, pero que en esta ocasión ha ido más directo que nunca. Posiblemente porque su “obsesión”, aseguran en su entorno, era evitar un vacío de poder, cerrar la crisis rápido y no dejar unos días para hacer cambios, más con un fin de semana cerca. Según este relato desde dentro, a primera hora de la tarde del jueves, tras comer en un restaurante Mazón diseña su nuevo Gobierno. Ha hablado ya con Susana Camarero y José Antonio Rovira, dos de los consellers políticamente de más peso, y deja claro que solo va a haber una vicepresidencia y que Cultura regresa a Educación. Después decide los nombres para Justicia, Agricultura y Medio Ambiente. Así, con un papel ya definido en el bolsillo, se va esa tarde a la reunión de la ejecutiva del PPCV, a la espera de la alocución de Abascal con la decisión final.
Una clave para actuar rápido es tener la burocracia engrasada y ahí Mazón se encuentra con que el equipo de Presidencia tiene listos, por lo que pudiera pasar, los decretos para los movimientos de ceses y nombramientos.
Tras la intervención de Abascal, la partida se ha acabado. Mazón no quiere prórrogas en el tiempo. Es su consigna en estas horas. Telefonea a Elisa Núñez y José Luis Aguirre y habla con ellos. Lo intenta en diversas ocasiones con Barrera también, que estaba en el reunión de Vox en Madrid, pero no responde y al final se opta por un mensaje telefónico. Ninguno de los tres manifiesta ni en las horas previas ni en ese momento voluntad de continuar en el Gobierno y Mazón les comunica así que no quiere demoras y por ello, tras conocer su intención de dejar el Consell, los va a cesar. No median reproches por la otra parte, aseguran las fuentes de Presidencia.
Mazón habló con Núñez y Aguirre (con Barrera lo intentó) tras la alocución de Abascal para informarles de que iba a firmar su ceses
Así, en torno a las 23.00 horas de ese jueves, se emite el decreto de cese y la convocatoria para las 9 de la mañana siguiente para comunicar el nuevo Gobierno y reunirlo por primera vez. Todo va rápido, acelerado, como en estos tiempos. Crisis cerrada en menos de 12 horas. Todo un giro a la legislatura en menos de un día.
Mazón acude al mediodía del viernes a la firma de una inversión importante para la Safor. Quiere que sea un símbolo de que la agenda continúa. Luego come un arroz en la playa de Oliva. Frente al mar. Antes de un fin de semana de descanso en familia. Como si casi nada hubiera pasado.
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