A finales del pasado junio se cumplieron diez años del estreno The Leftovers en HBO, uno de esos títulos con los que la plataforma se reafirmaba como rey absoluto de las series de televisión de pago, con un acabado muy superior al que nos ofrecían las televisiones convencionales. Por aquellos años, Netflix empezaba a despegar con las primeras temporadas de House of cards y Orange is the new black y Amazon trataba de hacerse hueco con Transparent y en cuanto a la propia HBO ya había arrasado con el estreno de la mítica primera temporada de True Detective y sus títulos estrella eran Girls y Juego de Tronos. Puede que The Leftovers no fuera un éxito de audiencias, pero consolidó el prestigio de la cadena y con el paso de los años se ha ido revalorizando aún más, mejorando a cada temporada. De hecho, se convirtió en una metáfora perfecta de en lo que se ha convertido el mundo tras la pandemia. Aparte de la imagen de Justin Theroux destrozando la pared de un puñetazo cuando la aplicación de HBO da un error. ¿Sigue saliendo ahora en Max?
En la serie, la trama analizaba las consecuencias de los hechos ocurridos un 14 de octubre de un año no especificado, en el que súbitamente y sin explicación desaparecía como volatilizada en el aire el 3 por ciento de la población mundial. La trama no buscaba dar la explicación a ese misterioso suceso, sino que exploraba el estado emocional de los que se quedaron. La devastación que suponía el no encontrar respuestas a lo que había pasado y no tener la certeza de que eso no iba a repetirse. Era el aviso de que el mundo ya no es un lugar en el que estamos a salvo. Unos se lanzan a comportamientos autodestructivos, otros ingresan en extrañas sectas y hay quien intenta cargar con su dolor e intentar seguir adelante como se pueda. Como decía, la metáfora perfecta de ese mundo postpandémico, en el que el miedo al virus se ha visto reemplazado por las amenazas de guerra y parece como si todo el mundo hubiera perdido la cabeza. Exactamente como en los episodios de la serie.
The Leftovers supuso la rehabilitación para la crítica de Damon Lindelof, vapuleado en su día por el final de Lost. Era una declaración de intenciones que desde el principio nos avisaran que si queríamos explicaciones nos marcháramos a otra serie, porque esto no era a lo que habíamos venido. Éste era uno de esos raros casos en los que la adaptación superaba a la obra original, el libro de Tom Perrotta, que se involucró en la creación de la serie. Y las partituras de Max Richter elevaban la carga emocional de la historia. La historia del libro quedaba contada en la primera temporada y fue en las dos siguientes cuando el showrunner empezó a contarnos más historias con los mismos personajes, llegando incluso a proponernos hasta una explicación del misterio en su último episodio, en la que cada espectador debía decidir si creía o no en ella. Su final era un salto de fe.
De todos los personajes de esta serie coral, mi favorito fue el de Nora Durst, interpretado por Carrie Coon. Nora era un ama de casa que perdió a su marido en el Día de la Marcha Repentina. Una de las escenas más conmovedoras de toda la serie se produce en el final del sexto episodio cuando Nora conoce a Wayne. Este extraño personaje tiene la misteriosa habilidad de eliminar el sufrimiento de quienes acuden a él con un simple abrazo, motivo por el que las autoridades le consideran poco menos que un peligroso terrorista. «Has perdido a alguien y piensas que siempre vas a sentir ese dolor. Y si en algún momento se te pasa lo vuelves a buscar», le dice Wayne a una desconcertada Nora, momentos antes de que sus brazos la rodeen para que su mente pueda pasar página. El llanto de Nora en esa escena estremece y a su personaje ya no le vemos igual en el resto de la serie. La actriz es otra de las protagonistas de La edad dorada, otro de los títulos estrella de HBO.
Otras grandes actrices salieron de la serie como la joven Margaret Qualey, una de las seguidoras de la secta de Charles Manson en Érase una vez en Hollywood de Quentin Tarantino; o Ann Dowd, otra de las estremecedoras villanas de El cuento de la criada. Mientras que en el caso Liv Tyler, que parecía que iba a ser la gran estrella, vimos cómo su personaje se fue desdibujando. The Leftovers nos brindó unos personajes complejos y contradictorios y estaba cargada de momentos de gran simbolismo, donde en cada episodio ofrecía grandes sorpresas y escenas que se podrían estar viendo una y otra vez en Youtube y Tik Tok, como Nora aferrándose a sus recuerdos.
En cuanto a Damon Lindelof, Así nos ha brindado después su más que recomendable y personalísima adaptación del cómic Watchmen. Otros han aplaudido también su trabajo en Mrs. Davis, una comedia en la que se mezclan religión e inteligencia artificial, pero no he acabado de conectar con ella por mucho que entienda su sentido del humor gamberro. Diez años después, el legado de The Leftovers sigue muy vivo.