“Los campamentos tienen partes muy positivas ya que son una forma de fomentar las habilidades, olvidar los problemas, superar los miedos, les ayuda a desconectar… Tienen un entorno que es muy positivo para que desarrollen actividades fuera del entorno familiar y escolar”, asegura la doctora Begoña Castro. Además, también fomentan el respeto y la convivencia, aprendiendo cosas de sí mismos y aprender a solucionar conflictos fuera de su entorno más cercano, de forma que pueden empezar a perder miedo a determinadas situaciones y comenzar a confiar en sí mismos.
Y es que los campamentos no son únicamente para entretener a los niños y adolescentes, sino que son una forma de descubrir nuevas actividades y gustos: “Despiertan en los niños inquietudes que no tenían, hay que tener en cuenta que se están descubriendo a sí mismos”, explica el pedagogo.
Por eso, para que surtan un efecto positivo en los jóvenes, estos tienen que sentirse conformes con la idea de acudir a este tipo de lugares. “Hay que respetarlos, explicarles las partes positivas de los campamentos y promocionándolos de forma que les parezca atractivo. A veces se confunde la necesidad del adulto con el interés del menor y, si no quiere ir por el motivo que sea, obligarlo a ir a un campamento es algo contraproducente”, asegura la psicóloga.
Escoger el campamento
La gran pregunta que tienen los padres a la hora de mandar a los más pequeños a un campamento es cómo escoger el adecuado, ya que hay muchos tipos distintos que promueven unas u otras actividades. “Lo primero en lo que hay que pensar es en el niño y las cosas que le gustan. Por ejemplo, si le gustan los animales estaría muy bien una granja escuela” explica José Manuel Suárez. Sin embargo, también hay que tener en cuenta cuando no quieren ir: “Si lo obligamos, lo que vamos a conseguir es que esté todo el día de morros y terminar yendo a buscarlo porque no consigue adaptarse”, asegura el pedagogo.
Es cierto que los campamentos pueden verse como una forma de salir de la zona de confort, pero esto hay que hacerlo con cuidado: “Si el niño es tímido, los campamentos urbanos son cerca de casa. Otros son más aventureros y prefieren irse lejos, aunque no estén los padres, con algún amigo. Hay que centrarse en encontrar lo que al niño realmente le gusta”.
La psicóloga Begoña Castro también tiene consejos para escoger el mejor campamento: “Hay que mirar qué actividades hacen. Si tenemos claro que quieren ir no podemos dejarnos guiar por las publicidades, porque vaya algún amigo ni por el precio. Necesitamos disponer de un abanico de información”, asegura.
Y es que cada campamento contempla actividades y formas de realizarlas completamente distintas. Algunos de ellos están centrados en pasar el tiempo en la playa o la montaña mientras otros se centran en actividades más artísticas y promover la imaginación de los pequeños, como son campamentos centrados en pintura o danza.
Aquí también hay un punto de gran relevancia, y es que potencian “el sentimiento de pertenencia a un grupo” que es algo muy importante. No solo se encuentran en un entorno con niños con los que tienen cosas en común, como las actividades que les resultan de interés, sino que están rodeados de gente con la que tienen la oportunidad de compartir sus experiencias, lo que es una forma de crecimiento personal, según señala la psicóloga Begoña Castro.
José Manuel Suárez considera que también es una forma de que aquellos niños más tímidos a los que les cuesta formar grupo en su entorno tengan la oportunidad de hacer amigos y probar cosas nuevas.