No han interceptado aún las Fuerzas de Seguridad españolas a un narco tan armado hasta los dientes como el ourensano Carlos García Morales, ‘El Matador’ para el mundillo gallego de la droga. En diciembre de 2022, cuando la Policía Nacional le atrapó transportando tonelada y media de cocaína en su autocaravana, se le descubrió un almacén en Siero (Asturias) en el que guardaba cinco fusiles de asalto, un subfusil, varias granadas de mano y un lanzacohetes RPG anticarro.
En su arsenal de armas largas las había Beretta, Browning, Skorpion y dos Kalashnikov, todas ellas de ejércitos europeos. El caso, aun siendo excepcional, apuntaba la tendencia de entrada de algo más que pistolas y machetes para el crimen organizado en España.
Algunas de aquellas armas, las más modernas y occidentales, proceden de América, fruto del trato frecuente de El Matador con narcos colombianos, de quienes pretendía ser delegado en la cornisa cantábrica. Otras, como los Kalashnikov, o AK, son más homologables con las que circulan entre las mafias europeas asentadas en España.
Al crimen organizado local les siguen surtiendo mayoritariamente traficantes con material procedente del Este de Europa y los Balcanes, y a precios baratos, confirman a EL PERIÓDICO fuentes de la Guardia Civil.
El fusil más abundante
La onda expansiva del derrumbe del Pacto de Varsovia sigue arrojando restos hacia Occidente. Especialmente después de la descatalogación que a partir del año 2001 se hizo de fusiles de los arsenales soviéticos del Este de Europa.
Esa es la procedencia de la mayor parte de las armas de guerra incautadas hasta ahora a narcos, mafiosos y sus peones en España. Hay también armamento occidental, pero es más sofisiticado y menos numeroso. Y aún menos las armas con piezas procedentes de impresoras 3D que sí se han visto en Francia o Reino Unido. Un veterano suboficial de la Guardia Civil experto en armamento le quita hierro al asunto: “Hay menos armas de ese tipo circulando en España de las que pueden hacer suponer las noticias”.
Se refiere a sucesos tan mediáticos como el doble crimen de Girona o el asesinato de Borja Villacís, hermano de la exvicealcaldesa de Madrid, a tiros de escopeta y de un rifle de asalto AK del 7,62. Es el calibre más abundante en la munición para las mafias: vale para viejas armas de guerra españolas y también para los Kalashnikov.
El tableteo de esa arma rusa se ha oído ya cinco veces en lo que va de año entre Huelva y Algeciras, en encuentros de la Guardia Civil con los narcos del sur.
La situación en España aún no es como en los Países Bajos, el Reino Unido o Italia, donde son más frecuentes las armas de guerra en manos del crimen organizado. Pero aquí empiezan a menudear, especialmente los AK y las Beretta y las escopeta Franchi italianas, entre trapicheadores para vender a narcos que las precisan en sus guerras internas -como la que el año pasado sostenían que el clan Kavar con otro los Skajliari, ramas del Balkan Cartel, por el robo de una carga de droga en el puerto de Valencia- y para los vigilantes de las guarderías de marihuana y cocaína, ‘oficio’ que en España se viene detectando desde hace 15 años, dicen las referidas fuentes del instituto armado.
El fusil AK es el más abundante del mundo. Se han fabricado más de 100 millones de sus distintas versiones. “Y aún se hacen copias hasta por herreros de Afganistán y Pakistán”, recuerdan.
Talleres
Aquí no se encuentran apenas AK47, el modelo más viejo del Kalashnikov. Lo que se incautan son derivados del AKM, que data de los años 60. Se trata de un arma que frecuentemente se encuentra también en manos de los artesanos que periódicamente atrapan las Fuerzas de Seguridad en España. Algunos de ellos, como el propietario de un trastero en Barcelona detenido en diciembre de 2020, guardan moldes y las llamadas “piezas esenciales” para montar fusiles AK.
Desde 2020, talleres de ensamblaje y modificación de armas de guerra, también de restauración de fusiles inutilizados y de trucaje de escopetas de caza han aparecido en localidades de Huesca, Asturias, Vizcaya, Cádiz, Valencia… y ambientes marginales en las periferias de las ciudades de Madrid, Sevilla y Barcelona.
Sus dueños, generalmente gentes de un mundillo de aficionados, algunos coleccionistas con síndrome de Diógenes, paramilitares balcánicos y operarios del narcotráfico… arreglan un arma muy versátil: “Lo aguanta todo: golpes, barro, frío… Da igual: siempre escupe el proyectil”.
Rutas
Y es barato: su coste en Europa del Este ronda los 600 euros. En África ha servido para armar guerrilleros, militares regulares y niños soldado por 300 dólares.
Una vez en el mercado negro, y dependiendo de su frescura, alcanzan en España entre los 1.000 euros y los 5.000 euros. Depende de la remesa, y hay varias. No solo proceden de la guerra de los Balcanes y de países del Este pasados a la OTAN. Támbién de dos actualizaciones rusas: una, hace veinte años, cuando el ejército postsoviético estandarizó el AK74; otra, hace una década, “al integrar los AK serie 100 y, hace cinco años, usar sus fuerzas armadas el AK12 y el AK15”, explica el experto en armamento.
El instituto armado tiene localizadas rutas como la de camioneros que hacen portes entre España e Italia. Pueden ganarse un sobresuedo trayéndose de la ciudad de Brindisi, por ejemplo, uno o dos AK para vender aquí, escondidos en las ruedas de repuesto.
En febrero de 2022 los guardias, en colaboración con la Naka, la Agencia Nacional contra el Crimen de Eslovaquia, tomaron nota de otra ruta. Un emprendedor granadino, antes dedicado al trapicheo de drogas, había cambiado de negocio: fue detenido en Bratislava cuando iba a comprar fusiles AK, pistolas y munición.
Para el transporte había caleteado su coche con un doble fondo en el que, de ida, llevaba dinero en metálico. De vuelta, el objetivo era proveer a narcos de la Costa del Sol.
Casi un millón de balas
Europa del Este sigue siendo el foco para las armas halladas en España, y no Siria, ni Libia, ni, de momento, tampoco Ucrania, explican las fuentes consultadas. En el último lustro, el área de Información de la Guardia Civil dedicada al tráfico de armas ha desarrollado 102 operaciones, con 5.592 armas incautadas –de las que un porcentaje no cuantificado oficialmente se consideran de guerra– y 22 talleres clandestinos clausurados. Es más llamativa la cantidad de munición intervenida: 815.000 cartuchos.
Aunque, para llamativos, hallazgos como el del último golpe de la Policía Nacional al tráfico de drogas, esta pasada semana: una banda liderada por un serbio, extendida por varias provincias y que tenía en Salou granadas de mano procedentes de la guerra de los Balcanes.
No hay precedentes del uso de estos explosivos militares por criminales en España, pero es cuestión de tiempo que a alguno se le ocurra ‘limpiar’ con una granada una sala o un vehículo: “Rápido y contundente”, apunta el experto de la Guardia Civil.