Pocas veces un tomo de 900 páginas de propuestas políticas y detallados planes para todas las agencias del gobierno se coloca en el centro de una conversación nacional o se hace viral. En Estados Unidos, a menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales, eso es lo que está pasando con Project 2025.
Esta iniciativa creada bajo la batuta del poderoso laboratorio de ideas ultraconservador Heritage Foundation con la cooperación de un centenar de otras organizaciones, grupos y asesores crea una escalofriante hoja de ruta para un potencial segundo mandato de Donald Trump. Un mapa que el republicano podría recorrer para transformar de forma radical EEUU, su gobierno y la vida de sus ciudadanos.
Con propuestas políticas, borradores de órdenes ejecutivas, informes y planes de transición, Project 2025 propone una extensión sin precedentes del poder presidencial. Esa ampliación, que desde el mes pasado se hace más peligrosa por la decisión del Tribunal Supremo de dotar de inmunidad a todos los actos oficiales, incluye desde la demolición de salvaguardas del sistema democrático quitando poderes al Congreso hasta el fin de la independencia de la que desde el Watergate se ha intentado dotar al Departamento de Justicia, abriendo la puerta a su uso político para perseguir a rivales políticos y oposición.
Purga de funcionarios
Manifiesto ideológico guiado por principios de nacionalismo cristiano blanco pero también guía práctica, Project 2025 pone uno de sus focos en la demolición del estado administrativo y en la reconfiguración del gobierno federal. Plantea una purga de funcionarios que creen que pueden dificultar un segundo mandato de Trump y la sustitución en 50.000 de esos puestos civiles con protecciones por partidistas leales (algo que Trump ya intentó hacer al final de su primer mandato con una orden ejecutiva que anuló Joe Biden al llegar a la Casa Blanca). Hasta se ha creado una especie de LinkedIn conservador para reclutar y formar a ese “ejército” dispuesto a seguir al presidente.
La lista de objetivos quita el aliento. Plantea, por ejemplo, eliminar el Departamento de Educación o la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica que sigue el cambio climático. Pero además Project 2025 mete el nacionalismo cristiano en todas las facetas del gobierno y va más lejos de lo que ha ido nunca el movimiento conservador.
En aborto, por ejemplo, quitaría la la autorización de la píldora abortiva mifepristona, sacaría los anticonceptivos y la píldora del día después de la cobertura en seguros médicos con subsidios públicos y establecería también una base de datos de todos los abortos en el país, ya sean inducidos o naturales.
Atención indeseada
Desde que Project 2025 vio la luz hace ya más de un año empezaron a hacer sonar las alarmas académicos, grupos que trabajan en la democracia o en derechos y artículos de prensa, pero en las últimas semanas la atención se ha globalizado. Y a las puertas de la convención republicana que arranca este lunes en Milwaukee (Wisconsin) y donde Trump será formalmente nominado, Project 2025 acapara prácticamente todos los focos que no se lleva la crisis abierta alrededor de la candidatura de Joe Biden entre los demócratas.
Es una atención más que indeseada para Trump que, en una campaña muy distinta a la de 2016 e incluso a la de 2020, es ahora un candidato mucho más organizado, disciplinado y calculador y, como advierten voces progresistas, “está haciendo campaña para ganar en una forma peligrosamente coherente”. Su objetivo para la convención era que la vista se volviera hacia el programa del partido, un documento de solo 16 páginas y 20 puntos que está lleno de vaguedades y consuma su dominio del partido.
Ese programa que se lee casi como uno de sus mítines y donde su huella es evidente (él mismo lo ha leído y editado) arranca con la promesa de sellar la frontera y acometer la “mayor operación de deportación” de inmigrantes en la historia de EEUU, sumando también la deportación de “radicales pro-Hamás”. Es raquítico en detalles y, por ejemplo, plantea sin propuestas ideas como “acabar con la inflación” o, en política exterior, “prevenir la tercera guerra mundial y restaurar la paz en Europa y Oriente Próximo”. También promete que “no se recortará un centavo de la seguridad social y de Medicare”, la sanidad pública para mayores y apoya los aranceles.
Matrimonio gay y aborto
Aunque incluye elementos que se han hecho vitales para los conservadores como el ataque a todos los programas de inclusión, diversidad e igualdad, a la teoría crítica de la raza o a los derechos de los transgénero, muestra también la conciencia de Trump de qué le puede hacer daño electoralmente. Ha eliminado respecto a 2016, por ejemplo, la condena a la legalización del matrimonio homosexual por parte del Supremo en 2015.
Sobre todo, el programa ha descafeinado significativamente las referencias al aborto. Esta vez no se pide una enmienda constitucional para dar derechos a embriones o fetos ni se pide un veto nacional al aborto, cuya protección federal eliminó el Supremo y cuya regulación ha vuelto a los estados (en 2016 se pedía tras 20 semanas de gestación y el llamado movimiento pro-vida quiere ahora un veto nacional a las 15 semanas).
Tanto la aparente moderación como la falta de concreción y la vaguedad es una inteligente maniobra política de Trump, que cuanto menos proponga expresamente más posibilidades tiene de no asustar a votantes más moderados. Pero su esfuerzo se ha hecho añicos ante la atención al Project 2025, atención al que él mismo ha hecho ganar tracción al intentar desvincularse de esa iniciativa.
Lo hizo justo después de que se hicieran virales unas declaraciones que hizo en el podcast de Steve Bannon Kevin Roberts, el presidente de Heritage. “Estamos en proceso de la segunda revolución estadounidense”, dijo Roberts, y añadió algo que es difícil no leer como una advertencia de violencia: “No se derramará sangre, si la izquierda lo permite“.
“No sé nada”
“No sé nada del Project 2025”, reaccionó horas después Trump en redes sociales, que a la vez se mostró “en desacuerdo con algunas cosas” que propone y llegó a decir que “algunas son absolutamente ridículas y pésimas”. Este mismo viernes seguía en el esfuerzo. “No lo he visto, no tengo ni idea de quién está a cargo y, a diferencia de nuestro programa republicano, no tengo nada que ver con él“.
Sus argumentos hacen aguas. Además de sus vínculos a Heritage, cuyo director, Paul Dans, tuvo un alto cargo en la Oficina de Personal de su Casa Blanca, en la preparación de Project 2025 han tenido un papel fundamental antiguos miembros de su Administración, incluyendo seis secretarios de carteras e importantes asesores y altos cargos como Mark Meadows, Stephen Miller, Russ Vought o John McEntee. Según un análisis de CNN, son un total de 140 personas vinculadas a Trump, y se da por hecho que muchos volverían a su segundo gobierno.
Susie Wiles y Chris LaCivita, los jefes de la campaña de Trump, insisten en que Project 2025 son “meras sugestiones” y dicen que quien quiera saber qué hará Trump solo puede guiarse por el programa del partido y la ‘Agenda 47’ que se puede leer en la web electoral del republicano. No obstante, para los demócratas, Project 2025 es el catalizador perfecto para poner blanco sobre negro y no como un concepto abstracto las alertas sobre el riesgo para la democracia que representa un retorno de Trump a la Casa Blanca.
Motivador para los demócratas
Lo cierto es que se ha conseguido que ya que esté en boca de todos. Especialmente desde que el premiado John Oliver le dedicara a mediados de junio uno de los episodios de su programa, y de que la actriz Taraji P. Henson hiciera sonar la voz de alerta al presentar unos previos de una cadena de televisión negra, las búsquedas en Google se dispararon. La cobertura mediática se ha intensificado y el Partido Demócrata inunda toda la campaña de mensajes sobre Project 2025 para tratar de movilizar votantes. No parecen ir por mal camino: en una encuesta publicada este mismo viernes un 42% de los sondeados mostraba su opinión desfavorable sobre el plan y el rechazo a Project 2025 se generaliza no solo entre demócratas, sino también entre independientes.
En el caso particular de Biden, es una vía para tratar de capear su propia crisis. La web de su campaña ha lanzado una página donde se alerta sobre Project 2025 y es uno de los ejes principales de su actividad en redes sociales y en actos electorales. Y el viernes en un mitin en Detroit Biden avisaba de que es “el mayor ataque a nuestro sistema de gobierno y las libertades personales que se ha propuesto nunca en la historia de este país”.
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