Los jardines donde reunimos a Mercè y Álvaro para hablar sobre salud mental son una burbuja de verdor y sosiego en medio de la ciudad. Ella, sin tapujos y con total naturalidad, comienza a hablar sobre su experiencia personal y sabe que ofrecer ese conocimiento es como un soplo que disipa los prejuicios. “En 1999 tenía una situación complicada, tres hijos adolescentes, unos antecedentes con problemas de salud mental y mucho estrés en el trabajo. Todo esto provocó que me desbordara —cuenta Mercè tranquila a la sombra de los árboles— y tuve un brote psicótico en plena calle en un pueblo muy pequeño con el estigma que eso representa. Me ingresaron en un hospital psiquiátrico donde se me practicaron contenciones tanto físicas como químicas”.

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