Dice Caparrós a El Periódico de España, de Prensa ibérica, que “el problema es que este personaje es infinitamente menos dañino y repugnante que Milei porque era imposible crear un personaje que fuera tan repugnante y tan dañino como el presidente de la Argentina . Entonces, casi se podría pensar que esto es como una especie de, no sé cómo decirlo, de gran mejora o lavado de cara del señor Milei. Obviamente, usé mucho de su figura para armar a J.M., a Julio Méndez, pero todo el tiempo me chocaba con el hecho de que las cosas que Milei hace o dice son tan desagradables que es difícil inventar un personaje que haga todo eso. Mi personaje siempre se quedaba por debajo, era como un Milei casi bueno”.
—Sí, pero no tanto como él.
“La idea era crear un personaje que pudiera ayudar a algunos a entender a ese otro personaje inverosímil que ahora gobierna la Argentina”, dice Caparrós, que también deposita esa elección en manos del lector: “Si quieres entenderlo, quizás te ayude a entenderlo. Si quieres despreciarlo, quizás te ayude a despreciarlo. Si quieres reírte de él, quizás te ayude a reírte de él. Pero yo (con la escritura) no traté de comprender nada, no traté de entenderlo. Lo único que me falta ahora es tratar de entender a Milei ”, dice, “pero ojalá esta novela funcione en el sentido de plantar cara o de mostrar ciertas caras, de poner en evidencia qué es lo que hay en la Casa de Gobierno y en la Argentina en general, que estamos gobernados por un desquiciado resentido y lo más notorio es que es el representante de un país que debe estar muy resentido y un poco desquiciado”.
“Nunca pensé que la Argentina fuera un país donde una mayoría de personas pudieran elegir para que los gobernara, para que los representara, a semejante esperpento”
Martín Caparrós”, escritor y periodista argentino
“Mi madre y mi hijo viven en Argentina. Tengo dos hermanas y hermanos que siguen allí”, dice Caparrós, “soy muy argentino y un poco español, y me da mucha vergüenza, por un lado, desesperanza por otro y, sobre todo, extrañeza. Nunca pensé que la Argentina fuera un país donde una mayoría de personas pudieran elegir para que los gobernara, para que los representara, a semejante esperpento. Eso es lo que me impresiona. Y mi sensación, todo el tiempo, en estos últimos meses, es que me equivoqué al pensar cómo era mi país, un país que eligió a este señor es un país que yo no conozco, que yo no entiendo ”.
A lo largo de toda la novela y sus bifurcaciones, el autor jugará con la ambigüedad y acercará por momentos su Julio Méndez al Javier Milei real para luego alejarlo o distorsionarlo, como si estuviera construyendo muchos Milei posibles cuyas vidas terminan justo en ese momento en el que el azar tal vez le lleve a querer dedicarse a la política y ganar las elecciones. “Sí, en uno de los finales él piensa en la posibilidad de ser candidato a presidente”, explica Caparrós, “pero justamente lo que allí se dice es que no puede serlo porque hay un presidente en ese momento que se llama Javier Milei y tiene que esperar para presentarse, aunque quizás no tenga que esperar tanto porque lo está haciendo tan mal que a saber cuánto dura. Es uno de los temas que más gracia me hace porque ahí está claro que este señor no es Javier Milei, es como una manera de reírse con el lector de todo lo que el lector y yo hemos pensado durante el resto del recorrido. La novela está llena de esas cositas. Y, de todas maneras, lo que también me interesa de esta estructura es esta idea de cómo pequeños azares o pequeñas necesidades pueden hacer que la vida de cada uno sea radicalmente distinta de lo que podría haber sido ”.
¿Cómo cree que le irá a su país en el futuro? “Creo que la enorme ventaja que tiene Milei para sostenerse es que no hay ninguna alternativa, porque aquello que por el momento aparece como alternativa son aquellos partidos que llevaron a Argentina al desastre que permitió su elección . Eso es, en este momento, todavía su gran sostén, y mientras no se construya alguna alternativa viable en Argentina, y eso no parece estar sucediendo, es probable que tengan que soportar a este señor”, dice Caparrós, que estos días última también su próximo libro, que publicará en octubre con el título de Antes que nada , “un libro que nunca pensé que iba a escribir y que son mis memorias atravesadas por la enfermedad”.
“Caparrós juega con las reglas del enemigo”
Al periodista Cristian Alarcón , ganador del Premio Alfaguara con su novela El tercer paraíso y director de la revista Anfibia , le sorprende de Vidas de J.M. “la potencia del artefacto, cómo el genio creativo de Caparrós logra construirlo a partir de cuatro o cinco supuestos rasgos de carácter de un presidente tan polémico, singular, tóxico y dañino como Javier Milei, y lo hace estallar en las vidas de un Julio Méndez que por momentos adquiere una verosimilitud extraordinaria”. Alarcón, como Caparrós, también se pregunta “hasta qué punto este personaje, Julio Méndez, no es, peligrosamente, una versión mejorada del presidente argentino y hasta dónde hablar de su excentricidad”. El director de Anfibia recuerda que se hicieron las mismas preguntas cuando publicaron Sin control , un podcast sobre Milei, antes de que ganara las elecciones, que acumula más de un millón de escuchas: “Hablar de su relación con los perros muertos, el modo en que fue señalado por un supuesto dios para ser presidente, la particularísima relación que tiene con su hermana, a la que convierte en la mujer más poderosa de la Argentina, el modo de agresión psíquica que ocupa permanentemente para con los enemigos que elige, el modo en que elige a sus enemigos… Todo eso da la sensación de que no hace otra cosa que aumentar su popularidad y consagrarlo como el líder político de ultraderecha que muchos están esperando y necesitan”.
Sin embargo, el periodista cree que esa duda “tampoco puede frenarnos en la producción intelectual, porque si yo me tengo que poner a pensar que la escritura de una novela tiene que ver con el éxito o el fracaso de un proyecto político, estoy perdido como editor, como lector y como creador”. Sobre si la ficción tiene una capacidad para oponerse y enfrentarse a la realidad de la que carece el periodismo, Alarcón confiesa que desconfía “plenamente de que los artefactos artísticos transformen el mundo o tengan ese deber , cada vez desconfío más de las posiciones que apelan a una politicidad de la obra de arte per se . Eso no desmiente la condición política de todo lo que producimos artísticamente, pero me aburre soberanamente la idea de un compromiso por el cual el artista tiene el deber de hacer lo que la puta sociedad no hace. No siento que Martín Caparrós y yo tengamos ese deber y no me preocupa si con la novela algunos nos acusan de que Milei gobernará los próximos ocho años”.
“Lo que queda por analizar de los discursos de la política ultra en todo el mundo es su carácter inventivo, bizarro y siempre en el límite de lo verosímil. Ideas simples y sencillas que calan tan profundo que no se vuelven a olvidar”, Cristian Alarcón, escritor y periodista, director de la revista ‘Anfibia’
Alarcón cree que tras la publicación de Vidas de J.M. este lunes se dibujan dos escenarios: “Uno, que Milei siga negando, pintándonos al óleo, como decimos en Argentina, todas las investigaciones que Anfibia ha publicado desde que surgió como líder político hasta ahora. Anfibia se ocupa de analizar la ultraderecha y quizás fue el primer medio que lo hizo hace ocho años con un perfil de Agustín Laje , un joven filósofo que es íntimo de Javier Milei. Ese texto produjo una avalancha de visitas y una polémica en el interior del progresismo, que nos acusó de darle prensa al enemigo. Con este postulado, el de darle prensa al enemigo , el periodismo le fue dando la espalda a la novedad enorme que se estaba gestando y que no es de ayer. La popularidad de este sujeto tiene por lo menos diez años”. La segunda opción, prevé el periodista, es que haya “una acción coordinada de quienes lo sustentan para manchar, perjudicar o acusarnos, vaya a saber de qué, a nosotros como editores y Martín como autor. Pero no me preocupa”.
La clave, cree Cristian Alarcón, y no es el único, está en “la narrativa que disputamos ” y lo que queda “por analizar de la construcción de los discursos de la política ultra en todo el mundo es su carácter inventivo, su carácter eminentemente creador, bizarro y siempre en el límite de lo verosímil. Ideas simples y sencillas que calan tan profundo que no se vuelven a olvidar. Esta extraordinaria capacidad de las ultraderechas las vuelve cada vez más poderosas y las izquierdas no hacen otra cosa que complejizar su discurso y alejarse de la posibilidad de ser comprendidas por la mayoría. Cuando aparece un Martín Caparrós capaz de trascender el afán de la comprensión y dice aquí no hay nada para comprender, aquí hay algo para inventar, creo que está jugando, y quizás sea uno de los primeros, con las reglas del enemigo. Vamos a ver el efecto que produce. Pero a mí me produce una cierta fantasía”.