Hace un tiempo me preguntaron que haría si fuera el presidente del Barcelona y recibiera una oferta de 200 millones de euros por Lamine Yamal. Teniendo en cuenta el panorama económico, argumenté, hablando siempre de hipotéticas situaciones límite, intentaría vender a otros futbolistas para tratar de salvar el club, pero si esto no fuera posible, si la única salida fuera esta, sí, dije que vendería a Lamine. Error. Efectivamente, él es la salvación, pero está claro que no a través de su venta. Y como rectificar es de sabios, pero sabio aquí no hay ninguno me autoflagelo en acto público para reconocer en voz alta mi absoluta incompetencia.
Un fuera de serie
Lamine Yamal es un fuera de serie alrededor del cual debe girar el fútbol del equipo y parte del proyecto del club. Otra joya de La Masía, ese tesoro que tiene el Barça siempre preparado para salir al rescate. A pesar de que tiene 16 años -cumplirá los 17 el sábado- el Barça y la Eurocopa han puesto a Lamine cerca de los dioses. El Barça, primero, que nadie lo olvide ni se equivoque, que ya sabemos cómo funciona este negocio.
Su fútbol es especial porque su inteligencia deportiva también lo es. Es diferente y la diferencia se valora de muchas maneras, con la admiración del aficionado, las marcas, lo ajeno y, por supuesto, la gente que vive a su alrededor. El seguidor siempre suma; las marcas lo van a ver como un icono y tanto él como el club se van a beneficiar; con lo ajeno, alerta. Los buitres están y molestan, y en su entorno, ojalá todos sepan estar a la altura de lo que requiere un muchacho adolescente.
Pero para que todo esto funcione, para que la rueda de su vida y la del Barcelona siga girando, hay una cuestión prioritaria: el futbolista Lamine Yamal. Porque a los 16-17 años el cuerpo y la mente de cualquier persona todavía están por desarrollar y por mucho que pueda parecer, por su aspecto y su madurez, la realidad es la que es. En cuanto a su cabeza, lo que le viene no es fácil de gestionar porque el éxito y el dinero suelen confundir y uno no puede ni imaginarse lo que debe pasar por esa cabecita viviendo la gloria siendo menor de edad.
En cuanto al terreno físico solo hay que recordar que esta temporada, además de los entrenamientos -con ritmo de profesionales-, los viajes -gran fuente de cansancio- y la presión -sí, también la tiene, aunque lo disimule con esa sonrisa inocente llena de brackets-, Lamine ha jugado hasta el día de hoy 67 partidos y va a cerrar la temporada con uno más, el de la final de la Eurocopa. 68. Hace falta recordar que Pedri, con 17-18 años, cerró su primer ejercicio en el Barça -2020-21- con 76 partidos y lo que ha venido después no hace falta comentarlo. No se trata de pensar en negativo sino en todo lo contrario. Que la experiencia sirva para algo. Oído barra, señor Flick.