El sol salía en Downing Street pocos minutos antes de la llegada del nuevo primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer. Para sus seguidores, podría interpretarse como una señal de los tiempos que se avecinan; para sus detractores, como una muestra más de la impredecible meteorología británica. Starmer aparecía entre aplausos y vítores junto a su esposa, Victoria, recién llegado de Buckingham Palace, con el encargo del rey Carlos III de formar Gobierno. “Tanto si votaste al Partido Laborista como si no –y especialmente si no lo hiciste– te digo directamente: nuestro Gobierno te servirá”, ha asegurado el nuevo líder ante decenas de cámaras y rodeado de seguidores.
Pocas horas antes, el ya exprimer ministro Rishi Sunak anunciaba su dimisión y reconocía públicamente un fracaso electoral que ha supuesto la mayor derrota de los conservadores en toda su historia, con 121 representantes en la Cámara de los Comunes. “He escuchado vuestro enfado y vuestra decepción. Asumo la responsabilidad por esta derrota”, ha asegurado desde el mismo atril en el que, horas después, comparecía un eufórico Starmer. Sunak ha pedido disculpas a la ciudadanía por no cumplir con sus objetivos y ha hecho un llamamiento a la reconstrucción del Partido Conservador, cuyo liderazgo tiene previsto dejar en cuanto se ponga en marcha el proceso interno para elegir a un sucesor.
Antes de abandonar de forma definitiva Downing Street, el todavía líder conservador también ha querido desear suerte al nuevo primer ministro. “En este trabajo, sus éxitos serán también los nuestros”, ha asegurado. Pero las dudas sobre la capacidad del nuevo Gobierno de cumplir con sus promesas han ido en aumento durante la campaña, debido al lento crecimiento económico que el país ha registrado en los últimos años y a las previsiones para este año (0,4% del PIB) y para 2025 (1%), según la OCDE. Unas cifras que se sitúan por debajo de las registradas por países como Estados Unidos y Canadá, así como por la media de la Eurozona.
Los riesgos de las promesas
Entre las principales propuestas de los laboristas está la realización de 40.000 consultas adicionales a la semana en el Servicio Nacional de Salud (NHS) o la contratación de 6.500 profesores en la escuela secundaria. Unas propuestas que prevé financiar con los impuestos a los beneficios de las grandes empresas energéticas y petroleras y con un mayor combate contra la evasión fiscal. El objetivo de Starmer es estimular la economía con inversiones en la construcción de vivienda y de infraestructuras, pero algunos organismos independientes han alertado de los riesgos de hacer promesas basadas en pronósticos que todavía no se han cumplido.
El primer ministro ha insistido en que todas sus promesas electorales son factibles, pero también ha lanzado un mensaje de prudencia. “Cambiar un país no es como apretar un interruptor. El mundo es un lugar más volátil que nunca y esto llevará tiempo”. Los electores han dado una cómoda victoria a su partido, de 412 representantes en el Parlamento –de un total de 650–, pero también han dejado claro que su figura no despierta pasiones y que el resultado de estas elecciones no significa un cheque en blanco. El líder laborista es consciente de que, más que por méritos propios, las causas de su victoria residen en el voto de castigo al Partido Conservador, muy desgastado tras 14 años de escándalos, divisiones internas y promesas incumplidas. Un voto que los ‘tories’ podrían recuperar si el nuevo Gobierno no cumple con sus objetivos.
Starmer ha lanzado un mensaje de unidad y de esperanza en el futuro, con el foco puesto en la reconstrucción del país. El partido ha prometido revisar la legislación laboral británica, renacionalizar casi todos los ferrocarriles de pasajeros y crear una empresa estatal de generación de energía, además de impulsar la inversión en la transición ecológica. Todo ello con el objetivo de recuperar la confianza de una ciudadanía que parece más desconectada de la política que nunca. “Hemos hecho la vista gorda mientras millones de personas se deslizaban hacia una mayor inseguridad. Enfermeras, albañiles, conductores, cuidadores… gente que hace lo correcto y que trabaja más duro que nunca. Quiero decirles muy claramente a esas personas: esta vez no pasará”, ha afirmado el nuevo ‘premier’. Sólo el tiempo dirá si lo consigue.