Se define como un tipo que trabajó mucho para poder estar en las altas instancias del pádel mundial durante muchos años. Ha tenido compañeros de la talla de Gabi Recca, Tito Allemandi o Maxi Grabiel. Y, hace unos meses, puso un broche de oro a su carrera: después de haber ganado mundiales de menores y absolutos con la selección argentina, se alzó con el mundial de veteranos. Agustín Gómez Silingo (La Plata, 1983) colgó la pala hace cuatro días. En los últimos meses, ha jugado al lado del joven portugués Gustavo Nunes para ayudarle en su progresión y ahora seguirá entrenando en la Diagonal Padel Academy de Madrid.
¿Han sido días de muchas emociones?
La verdad es que dejé de competir hace bastantes meses y todo lo que hice fue meterme en pista para formar a Gustavo Nunes. Es un chico joven que entrena con nosotros y que lo acompañé desde dentro de la pista. Ese era el objetivo. Yo tenía muchos puntos y esto lo podía favorecer. La gente me veía en la pista, pero no estaba compitiendo. No estaba entrenando para mí, entrenaba en modo de coach. En la pista, te sale ganar, pero no era mi objetivo. Mi objetivo era formar a Gustavo.
¿Es una nueva forma de coaching que veremos en el futuro?
Depende. Yo veo que la única manera de conseguir lo que hemos hecho es tener a un jugador que esté en la puertas del retiro y con muchos puntos para poder competir arriba. Si lo consigues puede que se vea más veces. Si se va repitiendo, diremos que fuimos los primeros y que hemos marcado un protocolo (ríe).
¿Te ha servido estos meses para despedirte? ¿Has disfrutado?
A nivel competitivo, no. No he disfrutado. Por qué ya había cerrado este libro de mi carrera. El disfrute era diferente viendo como Gustavo evolucionaba y que hacía cosas que habíamos preparado en los entrenamientos. Para mí, era un disfrute cada golpe bueno que mejoraba. A nivel competitivo, cerré mi etapa en 2023. Pero, volví a abrir una página del libro para disputar el mundial de veteranos de La Nucía. Me lo puse como objetivo. Era el único torneo que me faltaba como jugador en mi carrera. Fue un despertar de ambición competitiva. Ahí fue la despedida. Más que el otro día en Málaga. Me dije que ya lo había hecho. Mundial de menores, mundial absoluto y mundial de veteranos.
¿Fue el epílogo perfecto?
Sinceramente, no venía entrenando demasiado. Algo de físico pero poca cosa más. Se me despertó la llamita y lo vi como algo que aún podía ganar. Me costó por qué no estaba con ritmo. Pero, para mí… era el campeonato que me quedaba por ganar y fue un sentimiento único. Lo gané todo con la selección argentina. Menores, absoluto y veteranos. Era el final perfecto.
El homenaje del domingo en Málaga también fue especial, ¿no?
Sí. No me lo esperaba. Fue especial. Por los jugadores que decidieron estar ahí conmigo. Y también por qué estaban mi mujer y mis dos hijos. Pudieron estar ahí. Pero no tuve la sensación de preguntarme qué sentiría y qué me pasaría por la cabeza en mi último partido. Ya me había despedido en el mundial de La Nucía. Y si…fue lindo. Disfruté la gente que había allí. Por qué los títulos desaparecen, pero la gente se queda. Y esa es la sensación que tuve en Málaga.
En estos meses, ¿has pensado con lo que te quedas de tantos años de pádel profesional?
Con la carrera en general. Creo que fui un jugador que no fue habilidoso. Que he necesitado mucho esfuerzo y mucho trabajo. Le saqué un partido enorme a mi carrera con las cualidades que tengo. Por esfuerzo. A nivel de compromiso, de día a día. De intención. Podría haber conseguido más pero también mucho menos. Fui lo suficientemente inteligente para conocerme bien y entender que no era inteligente y que cada día de mi carrera, durante 25 años, me tenía que esforzar para estar entre los mejores.
¿Es lo que transmites en la academia?
Eso intento. El esfuerzo. La dedicación de los días. Saber llevar las frustraciones. Que no pasa nada que tengas un día malo por qué después vienen dos días buenos. En esto he basado mi carrera toda mi vida. En el trabajo diario.
Esta inteligencia de la que hablas… ¿también te ha servido para rodearte de buenos compañeros?
Claro. Y también de cómo asumí los compromisos y en qué momentos de mi carrera. Maxi Grabriel y Gabi Recca me dieron la oportunidad de crecer mucho. Eso me hizo saber gestionar la presión. También son cosas que les explico a mis jugadores ahora. Yo pasé por esto, por lo otro. Anécdotas que les pueden ayudar. Y naturalizan. Ven que son cosas personales, pero que nos pasan a todos y que ellos pueden gestionar con ayuda. Yo tuve momentos buenos y momentos malos… y creo que siempre traté de hacer mejores a mis compañeros.
¿Tienes algún mensaje de estos días que te haya hecho especial ilusión?
He tenido muchos. Me hice mucho un mensaje de Instagram que hizo Juanma (Rodríguez), que es como mi hermano. Me escribió Adrián Allemandi que es con quien mejor me compenetré en la pista. Sabíamos jugar de memoria. Y mensajes de la familia. Yo soy un tipo sentimental y tener la familia cerca fue muy importante en mi trayectoria. Para mí, me sostuvo durante toda mi carrera.
¿Lo dejas en buenas manos?
Sí, claro. Es un momento en qué el pádel ha crecido mucho. Sigue creciendo. Hay jugadores con mucho talento. Otros más físicos. Creo que hay un déficit en los jugadores jóvenes que no entienden el compromiso diario. La importancia de esto para ser mejor. Hay muchos más jugadores que antes. Más volumen. Pero miras… y los buenos son los mismos y los que se saben comprometer. Se queda en buenas manos por qué el juego evolucionó para bien, pero creo que el jugador joven tiene que entender que necesita más trabajo para estar ahí arriba.