“El Nuevo Frente Popular (NFP) está listo para gobernar”, afirmó este domingo el protagonista de la noche, Jean Luc Melenchon, tras conocerse que la coalición que ha aglutinado a toda la izquierda francesa conseguía, en una remontada histórica, cerrar el paso a la extrema derecha en la segunda vuelta de las elecciones legislativas. Según los sondeos a pie de urna, la alianza progresista oscila entre 172 y 192 escaños, mientras que el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, que se impuso en la primera vuelta, queda relegado ahora a la tercera posición con 132-152 diputados, siendo rebasada incluso por la coalición macronista Ensamble (Juntos) con 150-170 parlamentarios en una Asamblea Nacional donde, pese a todo, no será sencilla la gobernabilidad.
Otra vez Le Pen se queda con la miel en los labios. El cordón sanitario formado por los bloques de la izquierda y el macronismo ha logrado frenar el empuje ultra y ahora esta compleja alianza tendrá ante sí la opción de impulsar un gobierno, dado que el NFP necesitará el apoyo de la coalición del presidente Emmanuel Macron para llegar a los 289 diputados que otorgan la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
Consciente de que su figura es la que más ampollas levanta entre los macronistas, Mélenchon no tardó ni 10 minutos, tras conocerse estos datos, en lanzar la primera advertencia al presidente: “Emmanuel Macron tiene el deber de llamar al Nuevo Frente Popular a gobernar (…) Nuestro pueblo ha descartado la peor solución”, afirmó en Rotonde Stalingrad, el lugar donde La Francia Insumisa celebró el resultado. Los asistentes estallaron en gritos y cánticos de “El pueblo unido jamás será vencido”.
Una hora y media después de las encuestas, el primer ministro, Gabriel Attal, compareció y anunció su dimisión: “Esta disolución no la elegí y me negué a someterme a ella”. Según fuentes del Elíseo, Macron no nombrará inmediatamente a un nuevo primer ministro, sino que apuesta por la “prudencia” ante unos resultados que aún pueden cambiar esta noche. El presidente quiere esperar a que la Asamblea Nacional tome forma antes de nombrar a un nuevo jefe de Gobierno.
Bardella no será primer ministro
Lo que sí está claro es quién no será primer ministro. En el Parque Floral, bastión de la extrema derecha, se escuchaba: “Oh, la lá. No es posible”. Eran los militantes de Reagrupamiento Nacional en una sede en la que decenas de botellas de champán francés preparadas para la celebración quedaron intactas. No había nada que celebrar entre los lepenistas, cuya líder prefirió cargar las tintas contra Macron: “Su situación es insostenible”.
“La alianza deshonrosa y los peligrosos acuerdos electorales realizados por Emmanuel Macron y Gabriel Attal con la extrema izquierda privan a los franceses de una política de recuperación”, afirmó el candidato de RN a primer ministro, Jordan Bardella, que insistió en que la agrupación ultra “ha logrado el avance más importante de su historia”. Pero los números no le dan al partido de Le Pen. El propio Bardella ya dejó claro durante la campaña que solo se postularía si tenía mayoría absoluta.
Ahora, crecen las incógnitas sobre cuál será el próximo paso: coalición, cohabitación o un Ejecutivo técnico, y cuándo Francia tendrá un nuevo gobierno, tras las intenciones de Macron filtradas por el Elíseo, puesto que en la Constitución no existe una ley que detalle un calendario, aunque el 18 de julio tenga lugar la primera sesión de la Asamblea Nacional. Es Macron quien debe dar el primer paso y postular a un primer ministro. Lo único que está claro es que no puede volver a convocar elecciones hasta dentro de un año.
Participación histórica
Desde primera hora de la mañana, los colegios electorales fueron testigos de una importante movilización de la ciudadanía francesa. Muchos empiezan hoy las vacaciones y madrugaron para poder votar y huir de la capital. A las 12.00 horas, los datos de participación era de un 26,63%, un punto más que en la primera vuelta y casi 8 puntos más respecto a 2022.
A las 17.00, el porcentaje volvía a batir récords con un 59,71%, algo más que en la primera vuelta, cuando había votado un 59,39%. No se registraban cifras tan altas desde 1981, especialmente en las provincias, donde la movilización hacia las urnas se disparó en zonas como Bouches-du-Rhône, con un 34,59%, Corrèze, con un 33,88%, y Cantal, con un 33,48%. En cambio, la participación más baja se registró en un distrito de París, Seine-Saint Denis.