Los nombres cada día ganan menos títulos, los hombres, si trabajan en bloque, cada partido son más fuertes. Las individualidades en un juego de equipo como el fútbol quedan eclipsadas muchas veces por la fuerza del bloque. Con contadas excepciones, caso Lamine y Nico Williams, la fuerza se impone a la técnica. Es difícil brillar a título personal cuando siempre hay tres o cuatro rivales cerca dispuestos a marcarte con fuerza y en ocasiones con contundencia excesiva. La mayoría de equipos están más empeñados en destruir que en construir. El Francia-Portugal fue un claro ejemplo de dos selecciones con jugadores talentosos que se preocuparon más en defender que en atacar.
Afortunadamente, la Roja es la excepción que confirma la regla. Su juego es alegre, vistoso y vertical. El mérito de De la Fuente es haber ensamblado en poco tiempo un equipo bien posicionado en el campo y con las ideas claras. Conocen sus limitaciones y explotan sus virtudes. Correr y luchar más que el rival son normas de obligado cumplimiento. No están sometidos a ningún sistema de juego, se mueven con la libertad que otorgan los resultados y la confianza. Ganar a Croacia, Italia y Alemania es un balance para sentirse orgullosos. No son inferiores a nadie, pero son conscientes de que en cada partido se tienen que ganar la continuidad.
No sabemos hasta dónde pueden llegar, pero lo realizado hasta ahora merece un reconocimiento. Un seleccionador con escaso curriculum y sin renombre ha sabido dar un aire de familia a la concentración alejada de los problemas de su presidente que está al borde de la inhabilitación. Van a su suyo, la ilusión y la ambición les hace mejores. De la misma manera que De la Fuente es capaz de encumbrar como figuras del campeonato a Lamine y Nico, se atreve a sentarles en el banquillo en la segunda parte en una decisión que le salió bien, pero que tenía mucho riesgo.
El éxito de la Roja es una lección a seguir. Los grandes equipos no se hacen a golpe de talonario ni bajo la exigencia de los cracks. Hansi Flick puede mirarse en el espejo de De la Fuente. A base de trabajo, ilusión y esfuerzo se pueden romper barreras. La plantilla del Barça sobre el papel es superior a la de la selección española, pero sus resultados recientes no estuvieron a la altura. Hay técnicos capaces de mejorar el rendimiento de sus jugadores. La Roja impone su ley en Europa con futbolistas que en sus respectivos equipos, excepción de Rodri en el City, no juegan a tan alto nivel. En el futbol actual, más allá del estilo de juego, lo que cuenta es ganar. Y cuando un equipo gana, siempre acaba jugando bien. El Barça debería tomar buena nota.