Inglaterra y Suiza no tuvieron bastante con 90 minutos y mantuvieron la tradición iniciada el día anterior de ampliar hasta los 120 minutos el partido. Y no porque se lo pasaran bien o lo pidieran los espectadores, al contrario. Solo valio realmente la pena el rato que medió entre el gol de Breel Embolo (m. 75) que desabrochó la angustia de Inglaterra y el empate de Bukayo Saka (m. 80).
Cada vez más al límite de la caída, los británicos se salvaron en los penaltis -ante Eslovaquia necesitaron la prórroga- frente a una Suiza que hizo bastante más para evitar una suerte que les es esquiva. Eliminada por penaltis en cuartos de 2020, cae eliminada por penaltis en 2024. Solo falló Manuel Akanji, el primer lanzador suizo. Se lo paró Pickford, el sostén de Inglaterra en esta ocasión (5-3), salvado por el larguero en el intento de gol olímpico de Shaqiri.
Los vientos de cambio que soplaban en Inglaterra fueron una ligera brisa. Habrá que esperar a la semifinal de Dortmund. Ni Southgate retocó el sistema ni hubo relevos en el once titular salvo la entrada de Konsa por el sancionado Guéhi ni se vio nada de mejoría, solo la briosa reacción del gol de Embolo. Apenas el traslado de Foden al centro y el desplazamiento de Bellingham a la banda izquierda para que penetrara en diagonal, con la banda cubierta por Trippier hasta el triple cambio de la desesperación con el 0-1.
Aburrimiento
No juega a nada Inglaterra, que desespera a sus hinchas, necesitados de algún motivo para sentirse involucrados en el partido. Debe ser horrible para ellos, más que para los espectadores ajenos, que solo se aburren. Ellos se aburren y se sienten traicionados porque esta selección no representa ninguno de sus valores futbolísticos. Ni corren ni chutan ni pegan. Hasta que se ven con las maletas en la puerta y entonces corren, chutan y pegan.
Es una estafa esta Inglaterra en la creencia de que había dado un salto cualitativo. El salto lo ha dado Suiza, que con sus limitaciones se ha puesto a jugar proactivamente, manejando el balón desde atrás, con una estructura en la construcción que desarmó la aparente presión adelantada de los ingleses. Ha copiado Suiza en estos tiempos a los grandes que desean apropiarse de la pelota y repite el conservadurismo imperante. Mejor no dar un pase arriesgado que pueda suponer un problema antes que intentar una osadía.
La locura de Yakin
Igual se creyó Murat Yakin, que besaba confiado y sonriente a Sommer antes de los penaltis, que Southgate preparaba algo inesperado, pero él sí ideó una pequeña locura: colocó al delantero Dan Ndoye de lateral derecho. Pareció una medida más voluntaria para controlar a Trippier, situado de extremo izquierdo abierto, que no forzada para prevenir el peligro, inexistente.
A Ndoye, que solo pudo correr una vez en profundidad, se le hizo larga y tediosa la primera hora el duelo, como a la mayoría, hasta que la primera tanda de sustituciones le devolvió al área ajena. Curiosamente, poco después marcó Embolo y se abrió otro partido.