Las poderosas garras del águila pescadora (Pandion haliaetus) son un arma temible de la que difícilmente escapan las presas que caen en ellas. Sin embargo, esta bonita rapaz, presente en los ecosistemas españoles, no es siempre infalible, ni mucho menos. A veces, a la hora de abatir a su enemigo, las águilas pueden encontrarse con obstáculos imprevistos.
Como muestra el vídeo grabado en el Parque Nacional del Bajo Zambezi, en Zambia, la aparición de inesperados ‘ayudantes’ de la víctima pueden frustrar lo que se presenta como un suculento festín para esta poderosa ave.
El águila, volando a baja altura sobre las aguas, consigue atrapar a un ejemplar joven de ganso, al que cogió totalmente desprevenido mientras flotaba sobre la laguna. Sus intentos para zafarse del atacante no dan resultado. Con su presa bien sujeta, el águila pescadora vuela hasta tierra firme donde se prepara para darle la estocada final.
Sin embargo, aparece la madre del ganso, que, pese a estar en condiciones de inferioridad respecto al águila (no posee ni su fuerza ni sus garras), no duda en emprenderla a picotazos contra el agresor. Tras una breve escaramuza, el pequeño atrapado por la rapaz logra liberarse de ella y puede salvarse.
Videos como este demuestran que el índice de éxito en las capturas de aves rapaces tan poderosas como esta no es ni mucho menos del 100%, sino que una gran proporción de ataques acaban en fracaso por múltiples razones. Según un estudio del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (México), el índice de éxito en las intentonas de captura del águila pescadora ronda el 61%, con una media de dos 2,4 intentos para lograr capturar una presa.
Para culminar con éxito una de sus capturas, se calcula que el águila pescadora necesita unos 7,5 minutos, desde que avista la presa hasta que la atrapa.
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