No solo mata, sino que además se mofa de sus víctimas. José Jurado Montilla, alias ‘El Titi’ o ‘Dinamita Montilla’, el asesino en serie sospechoso de la muerte violenta de Ester Estepa en una mediana entre carreteras de Gandía, tal como adelantó este viernes en exclusiva Levante-EMV, del mismo grupo que este diario, se recreó grabando y difundiendo en su cuenta de la red social TikTok vídeos con el lugar donde yacía muerta su sexta víctima cuando solo él lo sabía. Pero no solo eso.
Cumpliendo con el clásico, volvió al lugar del crimen, exhibiendo una impunidad y una frialdad al más puro estilo de los psicópatas. José Jurado, el asesino en serie ‘tiktoker’ que hasta su detención se dedicaba a difundir sus viajes por España a los casi 6.000 seguidores de su cuenta en esa red social, regresó a Gandía casi nueve meses después de matar presuntamente a Ester, que tenía 42 años en aquel momento, veinte menos que su verdugo. Y lo hizo para intentar despistar a la Policía.
Montilla no solo documentó públicamente su regreso a la capital de la Safor, sino que, siguiendo un patrón macabro, le contó a sus seguidores que estaba repitiendo los pasos que había dado nueve meses antes con “mi amiga, la mujer más especial que he conocido nunca”, a quien incluso llega a pedirle que “dé señales de vida”.
El asesino en serie llegó a Gandía el 3 de mayo y se fue tres días después, el seis. Diez días más tarde, la Policía Nacional lo detenía en el bar Benito de Valdebótoa (Badajoz), justo unos minutos después de que publicara su penúltimo directo en TikTok. Estaba, literalmente, a cinco kilómetros a pie (era su único medio de locomoción, salvo cuando usaba el transporte público) de la frontera con Portugal. Las preguntas surgen de manera natural: ¿Pensaba huir al país vecino? ¿Le había llamado la Policía poco antes para preguntarle por Ester, tras saber, por sus propias publicaciones, que había regresado a Gandía? ¿Su paso por la capital de la Safor fue una cortina de humo para simular que estaba buscando a la mujer y fingir que sufría por su ausencia?
Dieciséis vídeos y 135 minutos en cuatro días para exculparse
Lo cierto es que Montilla apareció el 3 de mayo en Gandía con dos propósitos: comprobar que el cuerpo seguía donde lo dejó y montar una coartada para exculparse. En esos cuatro días, publicó 16 vídeos. 134 minutos y 51 segundos. Más de dos horas de patrañas con un claro destinatario: la Policía. El criminal se sabía investigado desde el primer día y por eso, a lo largo de esas dos horas largas de directos en la red socia, graba en parques, bancos y lugares que nunca visitó con su víctima, aunque afirma lo contrario. “Aquí dormimos la segunda noche”, dice, por ejemplo, mostrando las faldas que el ramaje dibuja en un arbusto en un parque público, el de Ausiàs March, ubicado tras la pasarela que conecta con el Passeig de les Germaníes (él, que se presume conocedor de la ciudad, le llama “Pasaje de los Alemanes”...).
El único parecido con la realidad es que las ramas del ficus que graba forman una pequeña oquedad. Como la del cañar donde durmió la última noche con Ester, la del 22 de agosto de 2023, y donde, presumiblemente, la mató. Solo que esa covacha vegetal, la misma donde esta semana la Policía Nacional halló los restos cadavéricos de la mujer, está exactamente a 3.8 kilómetros. Justo en el extremo opuesto de la ciudad, a los pies de la falda del castillo de Bayrén.
Mentira tras mentira: en busca de coartada
No es la única mentira. Va improvisando (y se nota: duda, titubea): “En este sitio se sentó”, “aquí se tomó un café mi amiga”, “en esta estación cogió un tren para València” o “en este banco me despedí de ella y desde entonces no he vuelto a saber de ella”. Desde el primer vídeo, el 3 de mayo por la mañana, anuncia que su regreso a la capital de la Safor tiene el propósito de recorrer los mismos lugares que había recorrido con Ester en agosto y mostrar su foto y vídeos de ella “para ver si alguien la ha visto o sabe algo de ella”. Para encontrarla porque, llega a decir, “nadie hace nada”.
En ocasiones, se finge compungido (intenta simular que llora, pero no lo consigue) y a continuación cambia el tono drásticamente para adoptar el del divulgador ‘tiktoker’ que lo mismo recita los habitantes de un municipio que el precio de los hoteles, y que pasa de valorar los niveles de ocupación hostelera según el momento del año a la celebración de la Feria del Automóvil que había en esas fechas en Gandía y que le despierta alegría, a juzgar por la musicalidad de sus comentarios.
El 4 de mayo repite el patrón. Vuelve a intentar despistar aportando datos falsos del paso de Ester por Gandía y, esa tarde da el paso: el mismo que, en esta ocasión sí, había dado con Ester nueve meses antes. Sube al castillo de Bayrén, que ocupa un cerro al norte de la ciudad, justo después del polígono Alcodar. Como había hecho un año antes, buscando un lugar para dormir con su víctima, accedió a la senda que lleva a la antigua fortaleza atravesando la nacional N-332, desde el edificio que alberga el parque de bomberos de Gandía por el único sitio posible: un doble túnel bajo la carretera nacional que actúa como aliviadero de aguas pluviales. A la salida de ese pasadizo, a pocos metros a la izquierda, seguía yaciendo, tapado por las mismas cañas, el cuerpo sin vida de Ester.
Incluye planos de la mediana donde estaba el cuerpo
El asesino en serie, condenado a 123 años de cárcel (solo cumplió 28; salió en libertad en 2013) a finales de los 80 por el asesinato de cuatro hombres en tres acciones criminales cometidas en 1985 y 1987, subió al castillo y, desde allí, difundió dos vídeos con las vistas panorámicas que se observan desde el alto. En casi todos los planos incluye la mediana en la que en ese momento, mayo, aún yacía el cuerpo sin vida de su sexta víctima.
Después, en la bajada, sentado en uno de los bancos del sendero explicativo que posiblemente había compartido con Ester, aunque se guarda muy mucho de decirlo para no darle pistas a la Policía, ofrece casi 10 minutos de charla irrelevante sobre sus viajes.
Los repugnantes 11 minutos de Montilla en TikTok
El fundamental es el siguiente vídeo. Lo graba esa madrugada, la del 5 de mayo. Cerca de las cinco. Dura algo más de 11 minutos y resulta especialmente repugnante. En él, el sospechoso, en prisión desde el 19 de mayo tras su detención en Badajoz por el asesinato a sangre fría de un estudiante de Ingeniería Informática de 22 años en Los Montes (Málaga) en agosto de 2022, fingiendo de nuevo unas lágrimas que nunca afloran, habla de que con Ester vivió “los mejores 21 días de mi vida”, le suplica que “dé señales de vida” y hasta le reprocha, en un acto de cinismo supremo, “cómo puedes haberte olvidado de tu familia”.
Esa grabación es brutalmente dolorosa para la madre, a quien, con Ester ya muerta, le envió mensajes gratuitamente dañinos en los que se hacía pasar por ella y le decía que estaba harta de ella, que quería vivir su vida y que se iba a ir a Argentina con unas amigas. Mentira tras mentira.
En todo ese vídeo, solo dice una verdad: “Llevo todo el día pensando en mi amiga. Me tiene el sueño ‘quitao'”. El día que fue a revisitar el lugar donde la mató y donde dejó su cuerpo abandonado, acabó de delatarse ante los investigadores, pero ninguno de esos 16 vídeos ni las geolocalizaciones del teléfono del sospechoso les llevaron hasta el cuerpo. Fue, tal como adelantó ayer Levante-EMV en exclusiva, el azar quien llevó, en febrero pasado, a dos excursionistas hasta su cráneo, lo que propició identificar ese resto a través del ADN cuatro meses más tarde y acabar localizando, esta misma semana, el resto del cadáver.