A Jonas Vingegaard no han hecho más que pitarle los oídos desde que arrancó el Tour. Que si llegaba corto de preparación -hecho más que una opinión-. Que no tenía nada que hacer ante Tadej Pogacar tras una primavera repleta de éxitos del esloveno. Que si se escudaba en su estado físico como excusa de su pobre rendimiento en la contrarreloj de Gevrey-Chambertin, donde Evenepoel y Pogacar estuvieron muy por encima del danés.
Muchas críticas y poco respeto para un bicampeón en París (2022, 2023). Un ciclista más efectivo que efectista. Cierto. Pragmático dirán algunos. Vingegaard sabe cómo y cuándo tiene que actuar, sin tener que ser protagonista ni coquetear con las cámaras. Dosifica sus fuerzas, aprovecha su momento y se lanza. De ahí que se le censure su actitud pasiva. De oficinista. De fichar de 9 a 5 e irse al hotel a descansar. Aguantarle la rueda a Pogacar, cuando éste demarra sin ton ni son, no está a la altura de cualquiera. Sólo del danés.
Por lo que sea, Jonas Vingegaard no tiene la misma prensa que ‘Pogi’. Al balcánico no se le atiza tanto. No se le censura con ferocidad. Ni tan siquiera cuando se le atraganta el día, como le sucedió en 2023 en Courchevel. El corredor nórdico se impuso a Pogacar dándole con su propia medicina para sentenciar el Tour. Al esloveno le cayeron prácticamente seis minutos, y los elogios se tornaron pesar tras su desfallecimiento
Quizás sea su carácter escandinavo. La mirada taciturna, como perdida, y su media sonrisa, casi por compromiso. Esa batalla la tiene perdida respecto a la personalidad de Pogacar, mucho más extrovertido, más relaciones públicas.
El Tour, salvo un par de momentos puntuales, todavía no se ha puesto exigente. Demasiados bostezos. Habrá que esperar al fin de semana para vivir los primeros hachazos de verdad. Vingegaard parte con algo más de un minuto de desventaja, aunque su mejoría física es evidente. “Jonas ha estado muy fuerte”, decía Pogacar ayer tras perder la etapa. El sábado llega el Tourmalet. Y el domingo, la reina de los Pirineos. Casi 200 kilómetros y ascensión final a Plateau de Beille. El momento de hablar sobre el asfalto.