Salir al campo, marcar un gol y ser decisivo para la victoria del equipo. La actuación soñada por un suplente.
Nueve minutos, cuatro intervenciones, un disparo y un gol. ¿Se puede ser más breve y relevante? Sí se puede. Bastó esa intervención menor “de un gran impacto” para que el concedieran el trofeo MVP del partido. Bah, testigo mudo metálico de que un día entraste en la historia de Inglaterra, aún más si se gana la final de la Eurocopa.
Pocas veces habrá salido en todas las portadas británicas (y varias de las que no lo son) Oliver George Arthur Watkins, Ollie para los amigos, futbolista del club menor que es el Aston Villa comparado con los londinenses, los de Manchester y el Liverpool.
El instinto de Southgate
El goleador ‘villano’ de Unai Emery se convirtió en el salvador de Gareth Southgate, que muy posiblemente vaya a seguir al frente de la selección inglesa tras la impensable clasificación para la segunda final consecutiva de los pross. Watkins, de 28, refrendó la decisión del técnico de convocarle en la controvertida lista que redactó en lugar de Jack Grealish, Marcos Rashford y Jadon Sancho, de superior reputación y fama.
Tal vez fuera el misterioso instinto de Southgate, a veces inexplicable, el que le indujera a reclutar a Watkins para su primer gran torneo internacional a los 28 años después de haberle descartado sucesivamente para los tres últimos, si bien es cierto que el técnico promovió su debut en la selección en marzo de 2021. Watkins marcó un gol en su estreno a San Marino. Nadie le aplaudió. Wembley estaba vacío. La pandemia, ¿recuerdan?
“Lo juro por mi vida, por la vida de mis hijos. Le dije a Cole Palmer cuando veníamos: ‘Me vas a preparar la jugada’. Sabía que en cuanto recibiera el balón me lo iba a pasar. Había que ser osado, tocar y rematar”
De año en año
Tardó un año en reaparecer el villano de Emery. Hasta marzo de 2022. Su primera titularidad. Ante Costa de Marfil. Marcó. Pasaron 18 meses hasta la siguiente visita a la selección. Octubre de 2023. Amistoso contra Australia. Gol. El de la victoria. Simulacro de la sensación de convertirse en el héroe de un partido. Nada que ver con la realidad, fuera del cobijo conocido de Londres, en Dortmund, ante una portería repleta, no suficientemente protegida, de cegador color naranja.
Se quedó Watkins “sin palabras”. “Cuando marcas es emocionante, pero esta fue una sensación diferente. Como si fuera a cámara lenta cuando corría hacia mis compañeros y lo celebraba”, atinó a decir, agasajado, cómo no, por toda la plantilla con el pitido final. Harry Kane, el capitán, de los primeros.
Pero él, seguidor del Arsenal desde crío, admirador, cómo no con esta filiación sentimental, de Thierry Henry, se había marchado corriendo después del gol hacia el banquillo, su hábitat natural cuando se pone la camiseta de los tres leones. Cola de león es Watkins, que sólo había jugado 20 minutos en el tramo final ante Dinamarca antes de exprimir los 9 frente a Países Bajos, y que se acordó de otro suplente, Cole Palmer.
La premonición
“Lo juro por mi vida, por la vida de mis hijos. Le dije a Cole Palmer cuando veníamos: ‘Me vas a preparar la jugada’. Sabía que en cuanto recibiera el balón me lo iba a pasar. Había que ser osado, tocar y rematar. Cuando vi entrar el balón en la esquina de la red, fue la mejor sensación que he tenido nunca”, explicó Watkins de su cuarto gol con Inglaterra en 14 partidos.
Una premonición, un presagio de los que se repiten en todos los equipos, en todos los autocares, y que esta vez se cumplió. Igual tenía razón el misterioso Southgate cuando eligió a Watkins para viajar a Alemania. Tal vez no había que dudar del técnico cuando retiró del campo a Kane y Foden para dar entrada a Watkins y Palmer.
“Cuando vi entrar el balón en la esquina de la red fue la mejor sensación que he tenido nunca”
El momento esperado
“He esperado este momento durante semanas”, decía Watkins, la viva representación de la felicidad. ¿Semanas? ¿O meses? Años. “Cuesta mucho llegar adonde estoy ahora”, comentó, recordando su lento y trabajado ascenso desde que en su día era un niño feliz de la cantera del Exeter City, que subió al primer equipo, de la tercera categoría inglesa. Después de cuatro años (2017), pasó al Brentford, de la segunda, con el que ascendió. Firmó por el Aston Villa en 2020, a instancia de Dean Smith, su entrenador en el Brentford.
Ha cumplido cuatro temporadas en Birmingham. Terminó la última habiendo igualado el récord de goles del club en una temporada y siendo elegido el mejor jugador del equipo. Nada comparable el honor concedido por los villanos con el sentimiento de ser el héroe del imperio inglés.