Ibiza lleva el lujo, el famoseo y las bacanales en su ADN. Actual refugio de futbolistas en junio y los primeros días de julio, los reyes del balompié no son los únicos que disfrutan de este pequeño paraíso en el mar Mediterráneo. Mallorca, Menorca o Formentera también supuran turistas, pero no son como los de Ibiza. Ellos son especiales, unos más que otros, pero confluyen en sus calas en armonía. De entre todos los ilustres que han pasado (y pasan cada año) por la isla, quizás uno de los que ha dejado más huella ha sido Freddie Mercury. Sobre todo en el hotel en el que se alojó, cuyas paredes aún suspiran por la estrella del rock y mantienen vivos sus recuerdos. Una estrategia de marketing más que acertada. Porque funciona.
Solo hace falta un vistazo a las redes sociales de Pikes Ibiza para ver que allí nadie ha superado la gran fiesta de cumpleaños que el cantante de Queen celebró entre sus muros. En concreto, fue en 1987 en la habitación 41. No lo han superado en el buen sentido, porque desde el primer minuto hicieron que pasase a formar parte de su esencia. “Una institución icónica, cargada de historia del rock and roll y rebosante de personalidad”. Así se define este alojamiento boutique en su página web. Esa habitación 41, por aquel entonces de gran lujo, es hoy en día el Club Freddies. Allí todo gira en torno al cantante de ‘I want to break free’, ‘Bohemian Rhapsody’ o ‘We are the champions’. Hay veladas en honor a su memoria que son también un viaje en el tiempo a ese septiembre de finales de los 80.
No se dejó nada al azar. El artista festejó por todo lo alto y sopló 41 velas el día 5. Entonces ya estaba enfermo de VIH, los médicos habían confirmado el diagnóstico ese mes de abril, aunque su aspecto no se había deteriorado aún. Como mucho, su rostro lucía un poco más hinchado de lo habitual. De ello dan fe las imágenes del cantante en la pista de tenis del complejo. Eso sí, Mercury sabía que su sentencia estaba prácticamente firmada: entonces la tasa de supervivencia era demasiado baja. Lejos de hundirse, decidió celebrar como si fuera la última vez, tanto que desechó fijar un presupuesto por adelantado. Todo estaba pagado, sin límites.
Allí se reunieron más de 500 invitados, entre ellos muchas caras más que conocidas. La única ‘espinita’ fue la ausencia de Elton John, otro de los que nunca faltaba a las fiestas de la alta sociedad. Decenas de globos dorados y negros decoraban las estancias. La tarta original reproducía una de las fachadas de la Sagrada Familia de Gaudí, pero la ambiciosa propuesta se truncó cuando se vino abajo. En su lugar se improvisó un pastel de más de dos metros con los acordes de ‘Barcelona’, que Mercury ya había grabado con Montserrat Caballé. Para la ocasión, el líder de Queen eligió una camisa estampada, muy mediterránea, en la que prevalecían los tonos verdes y azules como el agua que baña la isla. Se fotografió hasta con los gatos.
A partir de ahí, el baile de cifras. Se dice que se bebieron 350 botellas de Moet & Chandon, además de otras bebidas espirituosas. Sobre las drogas que se consumieron corrieron ríos de tinta, pero Tony Pikes, invitado de excepción en su propia casa, siempre defendió que su política era lo que él llamaba ‘BYOD’, las siglas de ‘Bring your own drugs’ (‘Trae tu propia droga’, en español). Los dueños prefirieron ni contar los vasos que acabaron en el suelo en esa inagotable jornada.
26 habitaciones
Pikes Ibiza se alza solitario, casi como escondido, en las colinas de la costa oeste de Eivissa. Cuenta con solo 26 habitaciones y suites, aunque también reciben con gusto a aquellos que solo quieren comer y bailar. Solo aceptan huéspedes que reserven un mínimo de cuatro noches. Es una de las reglas de la casa, al igual que todos tendrán el desayuno incluido y la entrada garantizada a sus fiestas. Eso sí, no es apto para todos los bolsillos: en julio y agosto, el precio por noche en una habitación doble ronda los 600 euros. Lo fundó Tony Pike, fallecido en 2019, en la década de los 70. El espíritu se ha renovado, pero su esencia no ha cambiado.
No fue Freddie Mercury el único que se enamoró de sus encantos. Allí también se han escapado del mundo Naomi Campbell, Bon Jovi, Liam Gallagher, Julio Iglesias o George Michael. El dj Seth Troxler celebró allí en 2016 una fiesta de cumpleaños que duró dos jornadas. Se dice que fue bastante épica (reservó el hotel entero), pero no ha marcado una época como la de Mercury. En 2023, Lewis Capaldi se inspiró en el Club Tropicana para ambientar el videoclip de su ‘hit’ ‘Forget Me’. Las generaciones cambian, la música evoluciona (no necesariamente para bien) y Pikes Ibiza sigue ejerciendo su poder seductor.
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