Sólo falló él. Sólo falló João Félix en Portugal. Sólo falló Manel Akanji para Suiza. Y todo el peso de la culpa recayó encima, sin nadie con quien compartirla ni posibilidad de diluir la responsabilidad del error, visible, flagrante, ante millones de personas. Señalados sin necesidad de dedos acusadores.

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