Los comicios electorales convocados para hoy en Francia son, seguramente, los más importantes de todos las celebrados en el país vecino desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, entre otras razones porque su resultado puede repercutir en el futuro de la Unión Europea. Así lo entiende Ignacio Ramonet (Redondela, 1943), periodista, ex director de Le Monde Diplomatique, sociólogo, catedrático de Teoría de la Comunicación y experto en Geopolítica, y una de las figuras principales del movimiento altermundista.
Jugar a adivinos puede resultar peligroso. Pero hay un hecho cierto: nunca ha estado la ultraderecha tan cerca de tener un presidente de Gobierno en Francia. ¿De qué va a depender que lo consiga?
Basándose en los resultados de la primera vuelta, todo parece indicar que lo que es prácticamente seguro es que Reagrupamiento Nacional, la extrema derecha francesa, va ganar las elecciones. Eso se da, salvo sorpresa, por hecho. Ahora bien, en función de los pactos que se han hecho en los últimos días, los denominados partidos republicanos, que van desde la izquierda hasta el propio partido de Macron, la cuestión estriba en si Reagrupamiento Nacional, apoyado por un sector del Partido Republicano, va a obtener o no mayoría absoluta, porque si esto sucede el presidente de la República se vería obligado (por la práctica, que no por la Constitución) a nombrar como Primer Ministro a Jordan Bardella, que es quien encabeza la candidatura de RN. Yo creo que lo más probable es que la ultraderecha no obtendrá mayoría absoluta, y ese precisamente es el quid de la cuestión, el gran interrogante.
Lo lógico es que los partidos republicanos se pusiesen de acuerdo para elegir a un candidato…
Si se da ese caso, el presidente la República puede demorar un tiempo antes de designar al nuevo Primer Ministro, y esa demora se puede extender temporalmente por lo menos a un mes. Ahora bien: ¿Pueden estos partidos constituir una mayoría alternativa? Tengo la intuición de que, en principio, no, porque las coaliciones ya están hechas, y hay tres grandes coaliciones, la del Nuevo Frente Popular, la de Macron y la conformada en torno al Partido Republicano, los gaullistas, es decir, la derecha tradicional francesa desde los tiempos del general De Gaulle. El primer problema es que, claro, la coalición que se prepara no incluye al Partido de los Insumisos, el que lidera Jean-Luc Mélenchon.
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Y además hay un sector del Partido Republicano que ha manifestado su apoyo Renovación Nacional.
Ese es otro problema, claro. De ahí que el obstáculo para obtener una mayoría alternativa a la ultraderecha se haya puesto más difícil que nunca antes en la historia de la democracia francesa.
En tesituras muy parecidas, aunque no iguales, se han visto los franceses, y en ellas los partidos republicanos aplicaron unánimemente el cordón sanitario a la ultraderecha. ¿Por qué ahora resulta tan complicado?
El cordón sanitario ya se ha aplicado en estos últimos días con los pactos que antes citaba, que incluyeron la retirada de candidatos votados en tercer lugar, pero ocurre que, al haberse registrado una tan alta participación en la primera vuelta, la pugna en esta segunda vuelta no se limita a las dos primeras fuerzas más votadas, sino que ha habido muchos lugares en los que consiguieron pasar el corte tres o incluso cuatro. A pesar de ello, sí que se aplicado un cordón sanitario, y además con eficacia para sorpresa de muchos, pero se trata de un cordón aplicado por los aparatos de los partidos políticos, y sobre el que no sabe muy bien cómo van a reaccionar sus potenciales electores: ¿Van a seguir las consignas que los aparatos les dan? Los sondeos nos indican que no es muy seguro que los electores sigan esas consignas.
¿Por alguna razón en especial?
Hay varias, pero te citaré una. Durante la primera vuelta aquí hubo una campaña muy feroz contra la izquierda, y en particular contra el Partido de los Insumisos de Mélenchon, que es el partido dominante del Nuevo Frente Popular. Y, claro, después de esa campaña, ahora es muy difícil que tras esa campaña, política y mediáticamente muy violenta, por parte de Macron e incluso de algunos socialistas, decirle a la gente que “bueno, ante la ultraderecha, ahora puedes votar tranquilamente a los Insumisos…” es muy fuerte. Se corre, pues, el riesgo de que la gente no entienda ese “nuevo” mensaje.
Pero ¿por qué se desató esa campaña? ¿Acaso no se intuía lo que podía ocurrir, y que finalmente ocurrió?
Porque la idea de Macron era constituir una gran coalición que incluyese a republicanos, centristas e incluso a los comunistas, pero no al Partido de los Insumisos, que hoy por hoy es el que representa a la verdadera izquierda en Francia.
Quién es, de dónde viene Jordan Bardella, este joven de 28 años que, de ganar Reagrupación Nacional, se convertiría en Primer Ministro de Francia?
Jordan Bardella es digamos que el símbolo de la estrategia que ha diseñado la ultraderecha francesa desde que Marine Le Pen tomó las riendas del partido, y a la que ella llama de “desdiablolización”. El que fuera Frente Nacional, que fundó su padre Jean-Marie Le Pen, estaba muy satanizado, porque ahí estaban los nostálgicos del colonialismo y los del nazismo, como él, es decir, las fuerzas que colaboraron con las tropas hitlerianas que ocuparon Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Y por si fuera poco, el partido tenía un discurso antisemita, racista…Pero ella se ha preocupado mucho por “alisar” ese discurso, ha suprimido cualquier alusión antisemita y antiisraelí (ahora es muy prosionista) y que, de racismo, ni hablar, que ella defiende francés es toda aquella que tiene pasaporte francés, que no le mira el color de la piel…en fin. Y poco a poco, ese discurso le ha dado resultado, su partido ha ido ascendiendo progresivamente. Bardella es uno de los instrumentos de esa “desdiablolización”. Marine Le Pen se ha puesto coyunturalmente fuera de los focos mediáticos y ha sido situado a Bardella como Secretario General del partido, cargo desde el que dirigió la campaña de las elecciones europeas con tan buenos resultados. ¿Que quién es Bardella? Pues un chico joven (28 años), apuesto, agradable, con un discurso tranquilo y, en fin, el hombre con el que todos los padres y madres sueñan con tener como yerno ideal. Por otra parte, no es nada polémico, es muy educado, y tiene la ventaja de que ha nacido en la periferia de París, en los barrios más populares, hijo de clase trabajadora y de origen inmigrante (una de sus abuelas es argelina). O sea, que teóricamente nadie puede decir que sea racista, aunque de hecho su partido lo es.
¿Y en cuanto a su pasado político?
Proviene de segmentos muy radicales de la extrema derecha, eso sí, pero, ya digo, representa la nueva imagen de Reagrupamiento Nacional.
En Italia, Georgia Melonie empezó a “moderar” su discurso a medida que avanzaba la campaña electoral. En Francia, Marine Le Pen, como usted dice, inició la moderación hace ya unos años. Dados los buenos resultados de ambas ¿cree que cundirá el ejemplo entre otras fuerzas política de ultraderecha en Europa?
Ese es un fenómeno que ya se están dando en toda Europa, e incluso en América. Esta extrema derecha está utilizando muy bien las nuevas tecnologías de la comunicación y la influencia de las redes en la sociedad para trasmitir su discurso y desdramatizarlo. Y de lo que no cabe duda, es que ese modelo pone también en peligro a la derecha tradicional, entre otras razones porque su objetivo es absorber a esas “otras derechas, como hemos visto en Países Bajos, en Polonia, en Europa central… porque sabe que su electorado está en esa derecha, y por eso al reducir la violencia y la furia de sus discursos, toda una franja de las clases medias se ha vuelto muy sensible a sus posicionamientos, que incluyen la seguridad ciudadana, algo que importa mucho en Francia.
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Que las clases medias, y altas, puedan votar ultraderecha hasta puede entrar dentro de la lógica. Pero resulta que uno de los núcleos de cultivo de votos de Reagrupamiento Nacional proviene de la clase obrera. ¿Qué errores ha cometido izquierda para que ahora pierda los votos de esa franja social más desfavorecida?
Sin duda que las izquierdas, sobre todo las que han abandonado la reflexión teórica, se han visto sobrepasadas…Claro que, cuando hablamos de clase obrera, a la altura de 2024 es también clase media, y en este sentido el fenómeno dominante es el del desclasamiento. Eso se ha reflejado especialmente en Francia con los Chalecos Amarillos, que provienen de esa clase obrera-media, cuyos miembros ya apenas consiguen llegar a fin de mes con sus sueldos, y que se vieron muy afectados por la subida del precio de la gasolina y el diésel. Y ese fue el detonante de la explosión.
Y decidieron irse a la ultraderecha.
Efectivamente. No todos, pero sí una parte importante. Y la izquierda no ha sabido retener su voto, eso es verdad: ni socialistas, ni comunistas ni ecologistas han resistido al declive. Pero dicho esto, también hay una fuerza de izquierda que sube, y que es muy importante, y esa es la de los Insumisos, el partido de Mélenchon…y por eso lo atacan, porque saben que es la verdadera alternativa.
Algo que sorprende es que Macron tenga una buena imagen internacional y, sin embargo, la caída de su partido en Francia puede ser estrepitosa y su imagen está muy deteriorada; ha sido con él en la presidencia con quien la ultraderecha ha experimentado el mayor de sus crecimientos. ¿Qué le ha pasado?
Emmanuel Macron viene del Partido Socialista y, en un momento dado, creó una alternativa nueva, un partido denominado En Marcha con sus iniciales en las siglas, EMA, que ganó las elecciones mayoritariamente. Eso demostró que, hoy por hoy, se puede triunfar localmente con un gran líder que, sin tener ningún aparato detrás, derrota a todos los partidos que tienen decenios y decenios de existencia. Pero alcanzado el poder, Macron, contradiciendo su pasado socualista, ha revelado ser un dirigente al servicio de las clases muy poseedoras, y sus sucesivas medidas, además de su comportamiento personal, ha irritado al conjunto de la ciudadanía y le ha convertido en un hombre muy impopular, sobre todo por su actitud arrogante, egoísta y prepotente. De manera que ha decepcionado a la derecha centrista y, a la clases medias, les ha robado la jubilación, no ha permitido el aumento de salarios, no ha creado puestos de trabajo y encima la economía es que va muy mal. Por decir, últimamente hasta ha dicho que podría enviar tropas francesas a la guerra de Ucrania, cosa que ha caído pero que muy mal.
Pues si el futuro de Macron se presenta muy oscuro, qué decir del futuro del Partido Republicano, que justo se presenta dividido en esta segunda vuelta. ¿Estamos ante un partido que camina a la desaparición o, cuando poco, a la refundación?
Totalmente. Yo tengo la impresión de que se trata de un partido al que se le ha terminado su tiempo, y esta división es sintomática de que algo se ha acabado en esa derecha que gobernó Francia durante casi 50 años, con De Gaulle, con Chirac, con Sarkozy…y que ahora tiende a endosar las filas de la ultraderecha.
Y a todo esto, echemos un vistazo a España, con un Partido Popular que tiende a una división entre los partidarios de “centrarse”, digamos que representado por Núñez Feijoo, y un sector, encabezado por Isabel Ayuso, que flirtea con Vox y se permite el lujo de invitar y condecorar a Milei, el “extravagante” presidente de Argentina. ¿Debería el PP de tomar nota de lo que le está pasando al Partido Republicano francés?
Desde luego. Todas las derechas en Europa observan con mayor temor la subida de la extrema derecha que la propia izquierda. Con lo cual, se encuentran ante dos alternativas: radicalizar su discurso, lo que les se convertiría en ultraderecha y provocaría el abandono de gran parte de su electorado, o centrarse y moverse hacia la socialdemocracia. Así que no lo tienen fácil. Ya ves que las derechas francesas no han conseguido resolver el dilema. Y en Italia tampoco ¡con lo que llegó a ser la Democracia Cristiana allí!
A todo esto, los partidos de ultraderecha de Europa tienen en común su apuesta inequívoca por el nacionalismo. ¿Usted cree que de seguir ascendiendo y tomando poder en sus países se corre el riesgo de que se disuelva la mísmísima Unión Europea?
Es evidente que, por definición, estos partidos son hipernacionalistas, y ese es el núcleo central de su ideología. Por lo tanto, no están hechos para entenderse con otros hipernacionalistas ni para hacer caso de una estructura supranacional como es la Unión Europea. Eso está claro.
Estas elecciones francesas en este sentido tendrán repercusiones internacionales.
Indudablemente. Si la ultraderecha gobierna en Francia y si, confirmando los temores, los neonazis alemanes continúan ascendiendo, nos vamos a encontrar con que los dos principales motores de la Unión Europa están en contra de la propia existencia de la UE.
Deme un mensaje de esperanza, para animarnos.
tTe lo voy a dar y es muy importante: la ultraderecha tiene discurso, pero la verdad es que no tienen soluciones para nada, ni económicas, ni políticas, ni sociales… Esta semana se han celebrado elecciones en el Reino Unido y los laboristas han arrasado. ¿Por qué? Pues porque que los conservadores se lanzaron al extremismo y engañaron al país con el Brexit. En el Reino Unido todo el mundo está convencido de que es mucho más pobre ahora que cuando estaba en el seno de la Unión Europea.