Los datos ofrecidos por la Red Española de Registros del Cáncer (REDEDCAN), estima que durante este año serán diagnosticados unos 300.000 cánceres. Pacientes que son tratados con quimioterapia, radioterapia e inmunoterapia. Todos conocemos los importantes efectos que estos tratamientos tienen sobre los pacientes, pero uno de los más desconocidos o que menos en cuenta se tiene son las afecciones cutáneas.
Se calcula que uno de cada tres pacientes que es diagnosticado de cáncer va a tener alguna enfermedad en la piel. Esto es debido a que las terapias oncológicas alteran de forma drástica los sistemas inmunológicos de la barrera cutánea, dando lugar a numerosas reacciones relacionadas con el propio cáncer, con la situación de inmunodepresión en la que se encuentran los pacientes o, como ocurre con mayor frecuencia, como consecuencia de los tratamientos recibidos.
Sin embargo, “el cuidado de las lesiones cutáneas en procesos oncológicos ha sido tradicionalmente la gran olvidada en el mundo de la oncología, a pesar de que para los pacientes es un aspecto trascendental que les afecta no solo en lo físico, sino también en lo emocional, condicionando su calidad de vida”, explican los expertos que han participado en el último webinar “Cuidados y estética de la piel en el paciente oncológico” celebrado por el Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería (CGE), con la colaboración de La Roche Posay.
Teniendo en cuenta el número de diagnósticos de cáncer que se realizan anualmente es esencial que las especialistas en enfermería “sepamos actuar ante este tipo de pieles para prestar los cuidados que precisen y educarles para que sean autónomos”, afirma Pilar Fernández, directora de ISFOS.
Tratar la piel de forma precoz
Cuando un paciente es diagnosticado de cáncer y comienza su tratamiento su piel cambia, muta, y se vuelve más seca. “Con los tratamientos a futuro, sobre todo, lo que se produce es una desestructuración de la barrera cutánea, lo que provoca una pérdida de agua transepidérmica, lo que hace que la piel se vuelva mucho más seca. Además, las quimioterapias o radioterapias destruyen también las células epiteliales, lo que hace que el ciclo de reparación celular de este tipo de pacientes sea mucho más largo de lo normal. Su renovación celular es más lenta y, por lo tanto, su piel se vuelve más fina, delgada y adquiere un tono cetrino, generando una piel que tiende a romperse, una piel de pergamino”, afirma David Garduño, responsable nacional del Departamento de Oncología de La Roche Posay.
Además, aunque son muchos los avances que se han producido en el ámbito de la oncología, sobre todo de los tratamientos, con lo que a la quimioterapia convencional se han sumado nuevos medicamentos, como son las terapias anti-diana o la inmunoterapia que están provocando un gran número de lesiones cutáneas de diferente tipo.
Esto supone que “cualquier erupción cutánea inducida por un agente neoplásico si no es tratado desde las etapas iniciales o adecuadamente prevenido va a provocar que la intensidad que llegue a adquirir la erupción cutánea sea tan grande que se requiera suspender el tratamiento antineoplásico, lo que redundará en una menor eficacia del tratamiento para el cáncer”, explica Onofre Sanmartín, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología.
Cuidados de la piel en los pacientes con cáncer
Cualquier paciente con cáncer ha de tener en cuenta que su piel va a estar afectada en un 70% por la toxicidad de cualquier tipo de tratamiento que reciba, ya sea quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia. Y la única manera de tratar o prevenir el daño cutáneo es el cuidado de la piel. “El paciente no puede hacer nada si se le inflama o no el hígado al recibir un tratamiento oncológico, pero sí tiene un papel importante para hacer que su piel esté en mejores o peores condiciones. Las enfermeras les damos herramientas para empoderarles y hacerles autónomos en sus cuidados y así lograr que las toxicidades sean menos graves”, asegura Jorgina Serra, profesora en el EUI Sant Pau de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y Enfermera de Práctica Avanzada en Inmunoterapia del Servicio de Oncología.
Entre estas herramientas la especialista en enfermería señala:
– Cuidar la higiene cutánea. “Solo por tener cáncer las células están menos preparadas, por lo que hay que hacer una higiene diaria con agua tibia en duchas breves. Es importante no usar productos con detergente y perfume”, explica Jorgina Serra.
– Tras la limpieza la experta recomienda que el secado de la piel se realice a toques y no frotando la piel para dañarla lo menos posible.
– Especial atención a la hidratación cutánea, “con productos testados”, ya que los pacientes oncológicos suelen sufrir una gran sequedad en la piel.
– Usar fotoprotectores de amplio espectro.
“Las enfermeras tenemos esa fuerza y conocimientos para generar educación, prevención y un correcto abordaje en el tratamiento de estos pacientes”, sigue la enfermera de práctica avanzada.
Maquillaje terapéutico
El efecto de los tratamientos contra el cáncer más frecuente y visible es la pérdida del pelo, tanto de la cabeza como del vello facial. Esto es algo muy duro desde el punto de vista emocional para estos pacientes, por eso los expertos son partidarios del uso de técnicas que mejoren el aspecto físico de los pacientes, lo que mejora la autoestima, la confianza y la adherencia al tratamiento de ese paciente frente a la enfermedad.
“Levantarse y no reconocerse en el espejo es muy duro para estos pacientes, por lo tanto, la estética aquí juega un papel decisivo. El maquillaje terapéutico de cejas y de la línea del ojo que no es dañino para la piel es una herramienta maravillosa y fundamental para que estos pacientes tengan una mejor calidad de vida. Además, también puede enmascarar las manchas que aparecen debido a este tratamiento y es muy sencillo, cómodo de llevar y el impacto es muy positivo”, señala David Garduño, responsable nacional del Departamento de Oncología de La Roche Posay.
Eso sí, aunque la estética oncológica es un elemento esencial en los tratamientos contra el cáncer, “hay que tener especial cuidado, sobre todo, con aquellos productos que no tienen ningún tipo de evidencia científica, porque no todo vale. Por eso, siempre recomendamos productos testados, con aval científico y formulados para pacientes oncológicos que demuestren tolerancia, eficacia y seguridad”, concluye Garduño.