El “boom” de las rinoplastias es una realidad aplastante que comenzó en torno a 2018. Tanto que, dice el doctor Alberto Candau Álvarez, Jefe de la unidad de Cirugía Maxilofacial y Cirugía Plástica Facial del Hospital San Juan de Dios de Córdoba, especialista en esta intervención, hace apenas veinte años no había médicos especializados en esta intervención. Hoy ya sí. El cirujano opera una media de 350 narices al año. Prefiere a los pacientes anónimos que a las influencers, que generan más estrés por el reto que supone, confiesa. Si se habla de los actuales cánones de belleza, cuenta a El Periódico de España, de Prensa Ibérica, desde que existen las simulaciones, ya no hay una “nariz estándar” pero a los pacientes les siguen gustando más las rectas que las curvas y con la punta un poquito levantada.
Expresidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Facial (SECPF) y delegado Nacional en España de la European Academy of Facial Plastic Surgery (EAFPS, por sus siglas en inglés), el doctor Candau se remonta a un antes en el que la rinoplastia era una intervención “muy traumática”, en la se realizaban unos cortes en los huesos nasales mediante un escoplo y un martillo para poder remodelar las estructuras de la nariz. Esta técnica conllevaba una larga recuperación, ya que se golpeaban los huesos para poder fracturarlos, no era tan precisa y además se dañaban los tejidos nasales.
Las nuevas técnicas
El después, que es el ahora, pasa por los avances tecnológicos que se han venido aplicando en los últimos cinco años, explica el cirujano, referente en su campo, tanto por la incorporación de técnicas novedosas, como por su constante actualización científica. La rinoplastia ultrasónica, en la que él está especializado, utiliza un terminal piezoeléctrico que, mediante ultrasonidos en una determina frecuencia, realiza microfracturas nasales muy precisas y controladas para poder remodelar la nariz, evitando dañar mucosa, músculos o vasos sanguíneos.
“Genera una cicatrización más rápida, prácticamente no hay sangrado durante la cirugía. La recuperación también es más rápida”, describe el médico, con una lista de espera en su consulta privada de un año. Esos avances y la especialización -antes un cirujano “igual te operaba el pecho, que te hacía una liposucción o te arreglaba la nariz”, comenta- han hecho que España de un salto de gigante si se habla de rinoplastia y ya sea referente en otros países. “Es decir, atraemos turismo. Y eso es bueno”, presume.
Cada vez más demanda
El pasado fin de semana, el cirujano asistió en Madrid, como ponente, al “MAD-Rhinoplasty 2024”, tercera edición de un curso que dirige su colega Javier Galindo, especialista en otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello, y experto certificado en cirugía facial (European Board Certification in Facial Plastic and Reconstructive Surgery, EBCFPRS).
“Cada vez hay más demanda y se piden resultados más exigentes, por eso la rinoplastia se ha convertido en una especialidad dentro de la especialidad”, doctor Candau
“Cada vez hay más demanda y se piden resultados más exigentes, por eso la rinoplastia se ha convertido en una especialidad dentro de la especialidad. Hay cirujanos plásticos, maxilofaciales, como mi caso, u otorrinos. Es multidisciplinar, pero todos nos centramos haciendo lo mismo. Estamos muy profesionalizados en este ámbito”, se enorgullece el doctor Candau.
En este contexto, explica, se fundó hace diez años la Sociedad Española Cirugía Plástica Facial para diferenciar este tipo de intervenciones de las que se hacen en el resto del cuerpo y esta sociedad ha liderado parte del crecimiento de las rinoplastias en España: “La edad media de los ‘grandes maestros’ es de 40 años. Son muy jóvenes. Eso es muy bonito porque todos nos enseñamos a todos. Todos aportamos y, en general, hacemos que el nivel de España crezca”.
Las raíces genéticas
En España se realizan más de 204.000 intervenciones de estética al año, con los últimos datos del informe ‘La realidad de la Cirugía Estética en España 2022’, publicado en 2023, por la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE). El 85% se practican a mujeres y el 15%, a hombres. Las mujeres demandan, sobre todo, cirugías de aumento de mamas y liposucciones.
Entre los hombres destacan la blefaroplastia, la rinoplastia y la ginecomastia. Por edades, la franja de población comprendida entre los 30 y los 44 años es la que más recurre a la cirugía estética. A pie de consulta, la del doctor Candau, el 80% de sus pacientes son mujeres con una media de edad de entre 25 y 40 años.
“Ya no existe un patrón”
P. ¿Qué tipo de nariz es la que más piden sus pacientes?
R. El ‘boom’ de las rinoplastias arrancó en 2018. Luego vino la pandemia y el parón. Antes de ese ‘boom’, la gente te enseñaba fotos de narices un poco más curvas, el patrón clásico. Desde que tú tienes la capacidad para poder verte, mediante las simulaciones, ya no existe un patrón. No hay una nariz estándar. Pero a todos los pacientes les siguen gustando más las rectas que las curvas y la punta un poquito levantada. Indudablemente, España tiene unas raíces genéticas muy emparentadas con el mundo árabe. Todos tenemos un poquito de joroba o la nariz más grande de la cuenta y todos y todas nos queremos ver mejor.
“La cirugía plástica facial cada vez será más personalizada porque el mayor miedo de la gente es parecer que está operada”, doctor Candau
P. ¿Por qué a veces parece que los resultados de las intervenciones son muy similares, que muchas narices son parecidas?
R. No a mis ojos. Hay gente que confunde las cosas porque, al final, los cánones (de belleza) de tipo occidental son muy similares. Pero también es verdad que la mayoría de las influencers o las protagonistas de los realities se parecen mucho entre sí. El paradigma de avances al que nos vamos a enfrentar los próximos cinco años es que, cada vez, la cirugía plástica facial será más personalizada porque el mayor miedo de la gente es parecer que está operada.
Cirugía ‘low cost’
Si se habla de rinoplastias, en nuestro país, cada año, se practican en torno a 30.000 cirugías para reparar o remodelar la nariz, según las últimas estimaciones de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello que, a finales del pasado año, alertaba: la tasa de reintervención -es decir, para corregir errores de una operación anterior- después de una rinoplastia ‘low cost’ puede superar el 50%.
Cuando se le comenta al doctor Alberto Candau responde rápido: “A diferencia de lo que pueda parecer, nunca en la historia un paciente ha tenido más fácil el poder documentarse muy bien sobre quién le va a operar. Y un médico nunca lo ha tenido más fácil para mostrar de manera transparente cuáles son sus resultados. El problema no es el médico que hace ‘low cost’, es el paciente que sabiendo dónde se mete, decide meterse ahí porque se quiere operar por 1.000 euros y no por 8.000 que es lo que cobra otro. El mercado se regula solo“.
Las ‘influencers’
El especialista toca otro tema fundamental si se habla de imagen. El cómo marcan tendencias influencers, creadoras de contenido o simplemente famosas que han decidido cambiar el aspecto de su nariz en los últimos años y lo muestran en redes. “La realidad es que para cualquiera de nosotros operar a una influencer es el mayor estrés del mundo. Es un reto. El intervenir a una persona famosa para el cirujano no es tan interesante. Prefiero a la gente anónima”, explica.
“En muchas ocasiones, los propios ‘influencers’ son las personas más inseguras del mundo”, doctor Candau
Pero sí, admite el médico, padre de tres hijos, que, en los más jóvenes, influye el aspecto que muestran sus ídolos a la hora de buscar el mismo patrón. “Hemos creado una generación sin referentes. Eso está bien y mal. En muchas ocasiones, los propios influencers son las personas más inseguras del mundo. Esas personas que destilan seguridad, luego llegan a la consulta y te cuentan lo amargados que están, o lo sensibles que son ante las críticas. Eso es una industria. Hay famosas que llegan y te dicen: ‘Opérame gratis para hacerte publicidad y hay gente que acepta'”.
P. En su caso, ¿ha rechazado a alguna paciente por no estar de acuerdo con lo que le proponía?
R. Mi forma de enfocar caso es la siguiente: cuando un paciente llega a la consulta de un cirujano, le describes cómo vas a hacer la nariz. Nosotros tenemos unos protocolos en los que, tanto por fotografía 2D como por escáner 3D de la cara, hacemos una especie de molde virtual y vamos diseñando con el paciente cómo la quiere. A veces, en las fotos es genial, pero no se puede hacer en quirófano. Recuerdo la anécdota de una paciente peruana, con la nariz andina, que llegó con la foto de Gisele Bündchen. Una genética diametralmente contraria. No es que no se puedan operar, es hacer entender al paciente hasta dónde se puede llegar. Explicar que no se pueden cumplir expectativas no realistas.