Una de las grandes novedades anunciadas por la UEFA para la Eurocopa de Alemania tiene que ver con los árbitros: la UEFA había anunciado, a través de su jefe arbitral, el italiano Roberto Rosetti, que solo los capitanes debían dirigirse al colegiado de cada partido.
En el partido inaugural (5-1), dirigido por el francés Clément Turpin, asistido por Nicolas Danos y Benjamin Pages, los jugadores de Alemania y Escocia intentaron cumplir la nueva normativa. Lo lograron, en líneas generales. Aunque la fuerza de la costumbre pesa mucho, los jugadores supieron interpretar con prudencia la nueva norma.
Se pudo empezar a comprobar en el ecuador de la segunda parte, cuando Turpin señaló penalti sobre Musiala.
Algunos jugadores de Escocia se fueron a por el árbitro -los instintos de toda una vida- pero rápidamente el capitán de la selección escocesa, Andy Robertson, pidió a sus compañeros que no molestasen a Turpin.
La fuerza del instinto
Algo similar ocurrió con los alemanes: su primer impulso fue irse al colegiado, pero Gündogan los frenó. Especialmente significativa fue la imagen de Turpin, en el área de Escocia, acompañado únicamente por los dos capitanes mientras esperaba instrucciones del VAR.
Cambiar una costumbre tan arraigada en pleno partido de la Eurocopa, con las pulsaciones a mil, no debió resultar fácil para alemanes y escoceses: a algunos, como a McGregor, el intenso centrocampista escocés que miraba al árbitro cada vez que Turpin detenía el juego.
También le costó a Andrich, el primer amonestado del torneo, en el minuto 30. El jugador alemán amagó con quejarse al árbitro, pero todo se quedó en una mínima queja.
El colegiado, que por cierto lució su nombre escrito en la parte posterior de su camiseta (aunque en un tamaño de letra mucho menor que el de los jugadores)
También le costó a Andrich, el primer amonestado del torneo, en el minuto 30. El jugador alemán amagó con quejarse al árbitro, pero todo se quedó en una mínima queja.
El colegiado, que por cierto lució su nombre escrito en la parte posterior de su camiseta (aunque en un tamaño de letra mucho menor que el de los jugadores), llevó la batuta del partido inaugural con solvencia y sin estridencias, ayudado por el comportamiento de los futbolistas y por el hecho de que apenas hubo jugadas polémicas.
El hecho de que la victoria de Alemania fuese clara, con dos goles en los primeros compases del encuentro, también ayudó a Turpin vivir una noche plácida en Munich.
Penalti y expulsión
En el minuto 42, Turpin también tuvo que consultar con el VAR por un posible penalti sobre Gündogan, de Porteous. El francés señaló el punto de penalti y expulsó al escocés, que se fue resignado, pero sin protestar demasiado al colegiado.
En la segunda parte, Rüdiger y McGuinn forcejearon en un balón parado. Ambos se dirigieron al árbitro, para pedir a Turpin que vigilase los movimientos de su rival, pero lo hicieron de manera muy prudente y sin grandes alardes.
Ahora falta por ver cómo se comportan con los árbitros las 22 selecciones restantes: en el primer día del torneo, los alemanes y los escoceses aprobaron con nota. La UEFA -y su jefe arbitral- puede darse por satisfecha, al menos por el momento.