Un intenso olor a chocolate y galletas impregna las calles de Zaanse Schans. Al otro lado del agua, una fábrica contrasta con los molinos de viento que, con sus aspas, acarician canales y paisajes verdes. Estos molinos un día sirvieron para producir alimentos como arroz, cacao, harina o aceite. También hubo una importante industria de papel.

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