Emilia Lozano compartía parque en su barrio con los chavales del Centro de Primera Acogida Hortaleza, en Madrid. Así, junto a su marido, fue conociéndoles. “Nos encariñamos con ellos y veíamos que se estaban produciendo muchas injusticias, tanto dentro como fuera del centro”, explica. Recuerda aquella vez que Vox montó mesas informativas a sus puertas. En una de ellas se presentó su portavoz en Madrid, Rocío Monasterio, para señalar que “las mujeres ya no caminan solas ni al supermercado y tienen que ir acompañadas de sus maridos porque tienen miedo”. Había racismo, dice. Fuera y dentro. Lo veía como vecina. “Los chicos son muy niños, de entre 15 y 17 años. Vimos que allí no había formación alguna, no había ocio y estaba muy masificado. También empezamos a descubrir que cuando cumplían 18 años se quedaban en la calle”, señala.

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