“¿Es usted Don Leo?”. Cuando Leónidas Vargas escuchó la pregunta, supo de inmediato que lo iban a matar. Estaba tumbado en la cama de la habitación 543 del Hospital 12 de Octubre (Madrid) y enseguida se dio cuenta de que aquellos dos tipos ataviados con gorras que le interpelaban no eran enfermeros. Eran sicarios que venían a por él. No, yo no soy Don Leo, acertó a contestar. Pero no sirvió de nada. Uno de aquellos tipos le descerrajó cuatro tiros y lo mató en el acto.

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