El fútbol tiene una virtud difícilmente replicable en cualquier otro ámbito de la vida: el milagro de empezar de cero cada temporada, hacer un ‘reset’ de todos los problemas pasados y volver a generar la misma ilusión de siempre. Si además el nuevo curso empieza con nuevo entrenador, el efecto ilusionante se multiplica. De ahí que, pase lo que pase, se fiche a quien se fiche, este va a ser un buen verano para el barcelonismo.

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